(4) ¡QUÉ EXTRAÑO LLAMARSE FEDERICO!, de Ettore Scola.

NOSTÁLGICO HOMENAJE A FELLINI
Ettore Scola se había retirado de la dirección después de Gente de Roma (2003) pero volvió a situarse tras la cámara para rendir tributo de admiración a su colega y amigo Federico Fellini (1920-1993) en el XX aniversario de su muerte. El resultado es un documental biográfico —de un tono no naturalista, como lo era el estilo del propio homenajeado— que mezcla secuencias reconstruidas y materiales de archivo procedentes tanto de películas del cineasta de Rimini —desde donde se trasladó a la capital italiana a los 19 años— como de reportajes sobre sus actores predilectos —Marcello Mastroianni, Vittorio Gassman, Alberto Sordi, etc.—.
Combinando la foto en b/n y la de color, la película parte de un guión de Scola en el que han colaborado sus hijas Paola y Silvia, habiendo realizado el rodaje en los estudios romanos de Cinecittà, un dato más que viene a avalar la voluntad de seguir las huellas del biografiado. La película constituye, pues, un delicioso regalo para los cinéfilos, no sólo porque recrea o documenta episodios privados y profesionales del desaparecido cineasta sino también porque sus múltiples imágenes y referencias sobre actores, guionistas y directores testimonian la rica y apasionante historia de medio siglo de cine italiano.
Mención especial merecen tanto su primer trabajo como dibujante en la revista satírica Marc´Aurelio, probablemente la parte más anecdótica por falta de síntesis y de una mayor profundidad, y sus inicios como guionista de Rossellini, Risi, Mattoli, Steno, etc. como la serie de escenas de sus filmes más sobresalientes, hasta finalizar con el funeral de Estado en Cinecittà y su inesperada resurrección, una broma que conecta con el tono lúdico y vitalista de todo el film.
Película más que recomendable, estrenada aquí comercialmente de tapadillo, que nos muestra con rotundidad el imaginativo genio felliniano, tan personal como inimitable, capaz de pasar sin aparente esfuerzo desde el costumbrismo a la poesía y desde la fantasía creativa al sentido mágico de la vida. Reconozco, en fin, mi gran admiración hacia Fellini —observación de tipos y costumbres, dramas empapados de un fuerte lirismo, sentido irónico de la existencia— quien, junto a Chaplin, es seguramente el cineasta que logra conmoverme más profundamente.
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