(3) MANDARINAS, de Zaza Urushadze.

LOS DESASTRES DE LA GUERRA
Esta modesta producción estonia, de gran sencillez narrativa —premiada en varios festivales internacionales— centra su atención en un episodio de la Guerra Civil que, entre 1992 y 1993, enfrentó a milicianos georgianos (cristianos ortodoxos) y abjasios (musulmanes de una región autónoma secesionista apoyada por los rusos). No se trata, sin embargo, de una película con intenciones políticas o religiosas sino impulsada por una concepción netamente humanitaria y pacifista, traspasada por el implícito lema de que “todos somos seres humanos”.
Su similitud con filmes ubicados en el conflicto balcánico es evidente. Aquí se trata de una lucha armada ubicada en el Cáucaso aunque con los mismos ingredientes de odio, violencia, crueldad, arbitrariedad y sufrimiento. Mandarinas es un relato austero y muy funcional cuya mayor virtud es la ausencia de toda intención panfletaria o moralizante. Bosque, casas, campo de naranjos, guerrilleros georgianos y chechenos, masacres y, como eje narrativo que materializa una mirada neutral, unos campesinos de origen estonio allí establecidos desde muchas generaciones atrás.
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