(3) A CAMBIO DE NADA, de Daniel Guzmán.

JÓVENES A LA DERIVA
El actor y realizador de cortometrajes Daniel Guzmán debuta en el largometraje con A cambio de nada y logra el primer premio en el reciente Festival de Málaga. Y lo hace con un film que contaba con numerosos antecedentes por incidir en las peripecias de un adolescente que no encuentra su lugar en el mundo, desorientado y sin futuro, con una familia descompuesta, una escuela que no le engancha, unos trabajos eventuales y una relaciones amorosas fallidas. Va a la deriva, se refugia como puede en la amistad y, casi sin poder evitarlo, cae en la delincuencia.
En el cine español, esta temática de cine juvenil era abundante años atrás, desde el Carlos Saura de Los golfos (1959) y de Deprisa, deprisa (1980) a todo ese cine de falsa denuncia y sensacionalista con drogadictos atracadores retratados tópicamente de cara a la taquilla por José Antonio de la Loma con “El Torete”, “El Vaquilla”, etc. Daniel Guzmán erige como protagonista a Darío acompañado de su compañero Luismi, siguiendo sus andanzas durante un verano en el extrarradio de Madrid y buscando ante todo la verdad de sus personajes y de sus motivaciones.
La referencia social va mucho más allá de la actual crisis que padecemos: mezcla drama y humor para humanizar a unos seres humanos contemplados con afecto y comprensión, hace cómplices a adolescentes y a viejos como grandes damnificados del sistema —la anciana es encarnada por la propia abuela del director— y el resultado es un magnífico retrato testimonial, sin moraleja alguna, con un lenguaje, situaciones y tipos llenos de autenticidad que sólo intentan sobrevivir.
El clima emocional del film nos remite al de Solas (Benito Zambrano) y al de Barrio (Fernando León de Aranoa), ambos de 1998, y su estilo está totalmente subordinado a la eficacia expresiva a la hora de buscar la máxima autenticidad, rehuyendo los alardes técnicos innecesarios —como lo haría un buen documentalista— aunque a veces algún detalle algo forzado nos recuerde que todo arranca de un guión escrito como literatura.
En la banda sonora suenan Julio Iglesias y Demis Roussos, cantantes populares en los años 80, como si el tiempo se hubiera fosilizado y los personajes se hubieran quedado prisioneros de una época pretérita de la que no pueden escapar.
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