(2) VENGADORES: LA ERA DE ULTRÓN, de Joss Whedon.

EL OLIMPO SUPERHEROICO
Los aficionados al universo editorial Marvel hemos asistido durante los últimos años a la traslación fílmica de sus personajes más icónicos con regocijo, alcanzando el delirio con el estreno de Los Vengadores (2012), cita ineludible por su condición de megaevento que reunía a todos ellos en un mismo relato. Y es que, punta de lanza de la actual moda de adaptar al cine conocidos protagonistas del cómic USA, Marvel Studios ha logrado revolucionar un género subestimado por su aparente futilidad —y su origen “indigno” de low culture o cultura popular o de masas— mediante una inteligente estrategia basada en hilvanar sucesivas historias orientándolas hacia una misma dirección: la edificación de un complejo y vasto espacio de ficción con sus propias reglas, personajes y escenarios comunes.
Vengadores: La era de Ultrón continúa las andanzas de este variopinto equipo de superhéroes, repitiendo la misma fórmula de éxito que Joss Whedon aplicó eficientemente en su primera entrega: hiperbólicas secuencias de acción vitaminadas con altas dosis de efectismo digital; ingeniosos diálogos al más puro estilo screwball comedy; constantes guiños enciclopédicos a los incondicionales y un nutrido elenco de rostros conocidos encarnando a nuestros admirados campeones.
El conflicto al que se enfrentan en esta ocasión se llama Ultrón, célebre antagonista de los Vengadores en formato papel. Creado por el escritor Roy Thomas y el dibujante John Buscema, este androide antropomorfo tuvo su primera aparición en Avengers #55 (agosto de 1968) y se caracteriza por su obsesión por extinguir a la raza humana desde que se rebelara contra su creador.
Si el reto era entretener al público, introducir nuevos personajes —tanto héroes (los gemelos Wanda y Pietro, alias la Bruja Escarlata y Mercurio) como villanos (Ultrón)— y anticipar futuros episodios de un serial que se antoja inagotable el objetivo ha sido cumplido sobradamente, a pesar de las deficiencias que posee este tipo de producciones. La principal: la naturaleza cuasi divina de estos seres superpoderosos y su tono fantástico crea excesivas dependencias en el terreno infográfico descuidando la faceta humana, condenando el film a una mera sucesión de batallas y enfrentamientos, como un simple videojuego. Existe, en verdad, un esfuerzo mayor por dotar de contenido dramático a la historia, especialmente en lo referente a las interioridades de Ojo de Halcón, Hulk y la Viuda Negra, pero la exteriorización de sentimientos en este film queda totalmente falsa y forzosa.
Además, Vengadores: La era de Ultrón acentúa una narración tan ágil como desesperante, pues encadena planos muy breves o barridos de cámara que apenas muestran nada. ¡Qué manía con usar primeros planos para contar algo que requiere planos generales, que sirvan para ubicar y enmarcar la acción! Entiendo que sea más barato y así se disimulan las limitaciones presupuestarias, pero echo de menos las secuencias de luchas en las que los personajes se movían en una coreografía ensayada y podíamos observar un movimiento único sin romperlo en multitud de fotogramas.
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