(2) SUITE FRANCESA, de Saul Dibb.

ENEMIGOS ENAMORADOS
Solvente y pulcra producción anglo-franco-canadiense dirigida por Saul Dibb —quien ya demostró su savoir faire en el drama de época con La duquesa (2008)— ambientada en la ocupación nazi de Francia durante la II Guerra Mundial (1939-1945), basada en la novela homónima de la escritora judía de origen ucraniano Irène Némirovsky. La narración se centra en el apasionado e ilegítimo romance entre un oficial de la Wehrmacht y la mujer de un adinerado terrateniente de provincias durante la estancia forzada del militar alemán en la mansión de la familia Angellier.
Conviene distanciarse ante este tipo de relato que narra vicisitudes sentimentales contextualizadas en trágicos episodios históricos, como los de un conflicto bélico de esta magnitud, pues generalmente se tiende a reducir una realidad compleja y dinámica en un hermoso marco estático en el que se desarrolla la pasión. Resulta, por tanto, inverosímil la naturaleza tierna y sensible del teniente Bruno von Falk y la ingenuidad de la rentista francesa, quienes inician un proceso de descubrimiento mutuo que va eliminando prejuicios y humanizando al oponente hasta el punto de encender la chispa del amor. Algo bastante improbable cuando el ejército alemán está confiscando propiedades, reprimiendo duramente a la población y castigando cualquier acto de resistencia; además, el ausente marido de la protagonista es prisionero de guerra y su suegra le recuerda constantemente sus deberes conyugales y el rencor hacia los invasores. Y quizás el peor defecto, pese al esfuerzo de los atractivos Michelle Williams y Matthias Schoenaerts, los actores protagónicos del film, apenas expresan credibilidad a sus personajes a la hora de recrear unos sentimientos que debían monopolizar el discurso. Probablemente es que ni siquiera ellos se creían la deriva romántica de sus personajes. Otra cuestión es la ausencia de actores franceses y de frases en su idioma para recordarnos que la historia transcurre en Francia.
No obstante, la participación de la BBC y de los hermanos Weinstein —fundadores de una de las productoras más influyentes de Hollywood— en Suite francesa ha proporcionado una estimable factura técnica, sustentada en una lograda puesta en escena y un vestuario perfectamente fiel a su tiempo. Perfecta ambientación, en definitiva. Y es que todo, desde la fotografía hasta el montaje, pasando por la banda sonora, desprende un clásico academicismo que es agradable de ver pero que apenas ofrece nada memorable.
Sin duda, lo más impactante de la cinta es la historia que se revela inmediatamente antes de los títulos de crédito finales. La novela de la citada Irène Némirovsky no es tan valorada por sus cualidades literarias como por el contexto de su creación. La autora es hija de un banquero judío ucraniano que llegó siendo adolescente a Francia huyendo de la Revolución Rusa. Más tarde, sufrió la persecución de los nazis, siendo trasladada al campo de concentración de Auschwitz, donde murió el 17 de agosto de 1942, habiendo terminado únicamente las dos primeras partes —Tormenta de junio y Dulce— de la pentalogía Suite française. Fueron sus hijas, protegidas por una maestra, las que décadas más tarde encontraron los manuscritos de su madre guardados en una maleta. La novela, publicada en 2004, ganó el prestigioso Premio Renaudot. Esto serviría como argumento de su propia película.
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