(2) LA PROFESORA DE HISTORIA, de Marie-Castille Mention-Schaar.

EDUCAR ES MOTIVAR
En el cine francés abundan las películas sobre las virtudes de la escuela republicana, la basada en una enseñanza de carácter público, laico y mixto. Este segundo largometraje de Marie-Castille Mention-Schaar —no se estrenó aquí Mi primera vez, su debut en 2012— se inspira en un hecho real como es el premio ganado por toda una clase del liceo Léon Blum de Créteil en el Concurso Nacional de la Resistencia y la Deportación que, ese año, versaba sobre los niños y adolescentes en los campos de concentración nazis.
Titulado originalmente Los herederos, el film está protagonizado colectivamente por los alumnos del instituto pero la profesora de Historia Anne Gueguen, encarnada por Ariane Ascaride, intérprete habitual del cineasta Robert Guédiguian, ejerce de elemento aglutinante y coordinador del trabajo de investigación —en el sentido de descubrimiento personal enriquecedor— de unos escolares especialmente indisciplinados, gamberros y desmotivados ante el saber humanista.
El conocimiento del Holocausto —el genocidio nazi contra judíos, gitanos, homosexuales y comunistas— es el eje medular de este relato cuya importancia permanece aún vigente como lección contra el racismo y la barbarie y, por tanto, en favor de la tolerancia y la solidaridad. Rodada con tres cámaras y por orden cronológico, La profesora de Historia es una película generosa y comprometida a la que, a mi entender, perjudica un exceso de optimismo y un didactismo algo esquemático al presentar a una clase fuertemente desmotivada y maleducada que acaba convertida en un modelo académico estatal. Parecería todo una fantasía escasamente verosímil si no fuera porque uno de los alumnos de la experiencia real —el musulmán Ahmed Dramé— es coautor del guión y uno de los actores del film.
Pero pese a las reticencias apuntadas, el interés de la cinta en indiscutible por la riqueza de sus aportaciones: 1) Demuestra que educar no es otra cosa que motivar al estudiante, atrapando su atención para que aprender se convierta en una actividad placentera. 2) La necesaria autoridad del profesor no presupone autoritarismo y un actitud firme pero también flexible podría evitar el stress y el desánimo tan frecuentes en los profesionales de la docencia. 3) La libertad personal —vestuario, móvil, bromas, comentarios en voz alta, etc.— debe subordinarse a unas normas generales tanto por respeto a los demás como para poder alcanzar los objetivos de la educación. 4) El tratamiento de las cuestiones religiosas no debe consistir en la defensa de una determina fe sino en el conocimiento de los diversos credos y de sus correspondientes contextos socio-culturales. Y 5) El importante papel propagandístico de las imágenes —carteles, revistas, cine, comic, etc.— obedece a su gran eficacia a la hora de ratificar o de rechazar los valores del orden establecido por los diferentes poderes, lo que va ligado a la actitud crítica o pasiva con que son recibidos sus mensajes icónicos sobre la bondad y la maldad, la autoridad y la sumisión, etc.
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