(2) CORN ISLAND, de George Ovashvili.

EN TIERRA DE NADIE
Esta producción multinacional es el segundo largometraje del georgiano George Ovashvili, con estudios de cine en su país natal y en Estados Unidos, y ha cosechado multitud de premios en festivales internacionales. Rodada con celuloide y no en el ahora habitual formato digital, Corn Island se ubica en el cauce del río Enguri, que nace en el Cáucaso y desemboca en el Mar Negro, constituyendo la frontera entre el estado de Georgia y la república de Abjasia, cuya secesión independentista provocó entre ambas naciones una guerra entre 1992 y 1993 con intervención de tropas rusas a favor del primero. Y en una pequeña isla fluvial de aluvión es donde se instalan un abuelo abjasio y su nieta huérfana que experimenta allí el despertar de su feminidad.
En el film, hecho con muy pocos diálogos, hay una doble vertiente expresiva: la crónica pausada y detallada de la vida cotidiana —el trabajo agrícola, la construcción de la cabaña, la pesca, etc.— y una metáfora pacifista con el trasfondo de un sangriento conflicto armado en donde se hace imposible la neutralidad.
El rodaje se realizó en un único y bello escenario natural aunque en realidad se trata de un lugar construido en medio de un lago artificial. Pese a la general complacencia, a mi entender se nota demasiado que es un producto elaborado expresamente para triunfar en festivales y conseguir mediante su amplia distribución la principal fuente de financiación. Por eso me he sentido algo distante de su rebuscado simbolismo, su prefabricada poesía y su aséptica perfección formal.
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