(3) GETT: EL DIVORCIO DE VIVIANE AMSALEM, de Ronit y Shlomi Elkabetz.

INTEGRISMO RELIGIOSO JUDÍO
Esta película es la última de la trilogía sobre la emancipación femenina —con la misma protagonista: Viviane Amsalem— que los hermanos israelíes Elkabetz han realizado y de la que sólo hemos podido ver en Valencia la segunda entrega, la titulada Los siete días (2008). Ronit se ha encargado esta vez del guión, de la dirección y del papel principal, por lo que su film es un auténtico trabajo de autor rodado con medios muy escasos y en unos pocos interiores que representan las salas de un Tribunal Rabínico —integrado por religiosos expertos en Derecho—, único competente para juzgar una demanda de divorcio planteada por una mujer, no susceptible de prosperar sin la previa aceptación del marido. Los trámites del proceso duran en esta película cinco largos años y, pese a sus diferencias, evocan la situación de muchas parejas durante el franquismo, cuando sólo podían separarse mediante la nulidad matrimonial decretada por un tribunal eclesiástico católico.
El film, con su absurda confusión entre los ámbitos clericales y laicos, presenta una situación de hecho no avalada por el derecho ya que resulta imposible que una mujer casada decida libremente rehacer su vida sin que los rabinos lo permitan merced a su privilegiada misión de “proteger” a las esposas y a los hogares hebreos. A la versión española le perjudica bastante un doblaje muy impersonal que ha ignorado el uso del hebreo, el árabe y el francés —una práctica habitual propia de los inmigrantes— en la banda sonora original. La funcional puesta en escena crea la sensación de claustrofobia con sus pequeñas habitaciones cerradas mientras la cámara va encuadrando a los personajes que van tomando la palabra respetando la dirección de las miradas y la situación espacial de los mismos.
Gett: El divorcio de Vivianne Amsalem, exhibida en muchos festivales, es una dura requisitoria contra el machismo y el abuso de poder de los maridos pero también contra el desfasado rigorismo de la ortodoxia hebrea (la tora). Y aunque su apariencia sea la de una tragedia, el relato también presenta elementos propios del sainete popular como lo hacía aquella esperpéntica sátira de costumbres que era Divorcio a la italiana (Pietro Germi, 1962). Como documento de validez sociológica, el film despliega todo el repertorio de quejas, reproches y divergencias que suelen exteriorizar muchas parejas tras una larga convivencia hasta desembocar en el desamor o, lo que es peor, en “el amor que mata”, por fortuna aquí sólo metafóricamente.
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