(1) PERDIENDO EL NORTE, de Nacho G. Velilla.

LA GENERACIÓN PERDIDA
Dos jóvenes españoles con extensa formación universitaria y muchas ganas de trabajar se ven abocados a nutrir las vastas filas del desempleo, pese a sus desesperados intentos por encontrar un curro que les permita, como mínimo, subsistir. Tras contemplar en un programa de TV del tipo Españoles por el mundo cómo un avispado compatriota triunfa en Berlín, los dos amigos deciden emigrar a la capital germana para materializar sus deseos de prosperidad. Sin embargo, allí descubrirán que el pretendido “sueño alemán” puede convertirse en una auténtica pesadilla.
La nueva comedia del zaragozano Nacho G. Velilla, responsable de Fuera de carta (2008) y Que se mueran los feos (2010), pretende recrear en tono humorístico el fenómeno actual de la emigración española al norte de Europa, evocando inevitablemente la primera oleada protagonizada por los hijos de la Guerra Civil en los duros años 60. El guionista y productor de series televisivas tan míticas como 7 vidas y Aída se aproxima, por tanto, a una realidad social conocida por todos, en un intento de combinar cierta voluntad testimonial con el legítimo cometido lúdico del cine más popular.
No obstante, el resultado es irregular porque al caricaturizar la figura del sufrido emigrante la historia no convence como denuncia de las adversidades y penalidades del mismo. Pero tampoco alcanza la categoría de comedia inteligente por la deriva vodevilesca y el tono costumbrista rancio plagado de tópicos que exhibe el relato. Ni siquiera la intervención de José Sacristán —Angelino, el emigrante que fanfarroneaba en su pueblo de su falso éxito profesional en ¡Vente a Alemania, Pepe! (1971)— como encarnación de los españolitos que durante el Franquismo huyeron de una España que no podía alimentarlos enfatiza el enfoque social de la película, condenada a una sucesión de gags de marcado acento escatológico y sexual. Las reflexiones de su personaje son dolorosos recordatorios y una amarga advertencia de estar repitiendo los mismos errores del pasado.
El experimentado equipo de guionistas emplea con pericia numerosos latiguillos que la clase política —intencionadamente— o la sociedad —pasivamente— han asumido como argumentario de la crisis económica: ¿de verdad somos “la generación más preparada de la Historia”? Los informes PISA no son tan optimistas. ¿De verdad “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”? Los más lacerantes ejemplos de despilfarro siempre provienen de las administraciones públicas y sus organismos dependientes, así como de las entidades financieras… todas ellas gestionadas por las corruptas élites políticas y financieras del país. Pero a ellos no se les culpa de nada.
Perdiendo el norte no evita mostrar las contradicciones del que sale de su país para comerse el mundo y pronto ve cómo se derrumban sus ilusiones. La falsa prosperidad de muchos emigrados, el desengaño de los ingenuos al comprobar la verdad que ocultaban sus “enriquecidos” paisanos, la humillación de trabajar como parias y la vergüenza de pertenecer al menor de los estratos sociales de los países de acogida, son verdades que quedan plasmadas en esta comedia agridulce de Nacho G. Velilla. Pero el guión acumula un caudal ingente de flaquezas: lugares comunes, giros arbitrarios de la trama, estereotipos que buscan el chiste… Una pena.
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