(3) RED ARMY, de Gabe Polsky.

DEPORTE Y POLÍTICA
Segundo largometraje del estadounidense Gabe Polsky (1979) —también ejerce de guionista y productor—, Red Army es un documental financiado por Rusia y Estados Unidos en el que ha participado como ejecutivo el cineasta alemán Werner Herzog, habiendo sido exhibido en multitud de festivales. Se trata de un reportaje confeccionado con materiales de archivo y entrevistas que tiene como referente la imbatible calidad de la selección soviética de hockey sobre hielo en los años 70 y 80 del siglo pasado. Los jugadores entrenaban con disciplina espartana, estaban militarizados y tenían graduación dentro del ejército rojo.
A cambio de disfrutar de la fama al ser ensalzados como héroes nacionales, carecían de libertad individual y sus salarios eran mucho menores que los pagados en el extranjero. La KGB, la policía secreta comunista, vigilaba estrechamente sus pasos para impedir su huida al mundo capitalista. Su deseo de fichar por equipos norteamericanos era considerado alta traición y les hacía caer en desgracia tanto personal como deportiva. Fue una forma de esclavitud ante el todopoderoso Estado que sólo desapareció tras el colapso económico y político de la URSS, con la apertura y transparencia impulsadas por Gorbachov. Había renacido Rusia y la federación de algunas nuevas repúblicas sustituyó al antiguo imperio bolchevique.
La utilización del deporte como instrumento de propaganda política ha sido habitual en los regímenes autoritarios: se fomentaba así el orgullo patrio y la cohesión civil de los nacionales y se daba una imagen prestigiosa cara al exterior. Recordemos el éxtasis franquista ante los goles de los futbolistas Zarra ante Inglaterra —entonces la “pérfida Albión”— y de Marcelino ante la Unión Soviética. Y en Rumanía, la gran atleta Nadia Comaneci fue elevada por Ceaucescu al Olimpo de los dioses.
En Red Army el punto de vista narrativo recae en el antiguo capitán de la selección “Slava” Fetisov, que cayó en desgracia tras abandonar el equipo nacional y fue considerado un enemigo público. No resultó fácil, sin embargo, la adaptación de este excelente deportista y de otros de la misma procedencia a la sociedad USA porque en plena Guerra Fría fueron considerados por muchos unos comunistas sospechosos, seguramente espías o bien renegados, en suma gente extraña y de poco fiar.
Un documental lleno de interés pese a que se echa de menos una mayor matización en determinadas cuestiones sociopolíticas. A mi parecer, el film desprende un aroma de entusiasta loa al mundo occidental y de apología del capitalismo y del libre mercado. Pero podemos apreciar también la melancólica tristeza y las contradicciones internas de muchos de los entrevistados debido a la complejidad de las circunstancias históricas que enmarcaron sus peripecias vitales. Aquellos jóvenes vivieron con fe y entusiasmo las hazañas deportivas que propició el llamado socialismo “real” antes de adquirir la conciencia que les condujo al desengaño. La trampa radica en que ahora, como funcionarios del gobierno de Putin o como agentes deportivos, todos ellos emiten sus juicios desde una situación financiera que se aprecia en las imágenes mucho más que confortable.
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