(2) LA SEÑAL, de William Eubank.

CI-FI INDIE (O CUANDO EL HAMBRE AGUDIZA EL INGENIO)
Que un film independiente, de bajo presupuesto, se atreva a explayarse en un género tan tecnificado como la ciencia-ficción, acaparado por los grandes estudios de Hollywood bajo el formato de espectaculares sagas cinematográficas, tiene su mérito. Si además, tal y como dice el refrán, haces de la necesidad una virtud, estás demostrando que no todo gira en torno al dinero sino que existen más ingredientes en la compleja ecuación del negocio del cine: ingenio, talento, capacidad de superación… y por supuesto una buena historia que contar.
La señal, segundo largometraje del joven realizador William Eubank —su opera prima, Love (2011), no llegó a estrenarse en España—, comienza como una película simplona de corte juvenil, con trama romántica incluida, en la que tres universitarios investigan el origen de una señal radioeléctrica causada por un misterioso hacker, pero gradualmente se va transformando en un angustioso y perturbador relato de temática alienígena donde nada era lo que parecía, cuyo sugerente final da sentido global a la historia.
Envuelta en un potente planteamiento visual y una narración de ritmo creciente, La señal ofrece una nueva perspectiva al contacto con seres extraterrestres, pero lo hace escondiendo su verdadera naturaleza hasta que el enredo conspiranoico acaba colapsando por su propio peso. La primera mitad del metraje el espectador sospecha de una maquinación del gobierno estadounidense, cuando unos jóvenes se entrometen en sus secretas actividades. Pero la fuga del protagonista pone al descubierto una realidad que le supera.
Pero lo que más llama la atención, retomando la reflexión de inicio, es que, pese a haber sido premiada por sus efectos especiales en el pasado Festival de Sitges, se trata de un film que no abusa de ellos, dosificando su despliegue de manera tan inteligente como necesaria dada su condición indie.
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