(1) THE INTERVIEW, de Evan Goldberg y Seth Rogen.

RETRATO SATÍRICO DE UN DICTADOR
Si la productora estadounidense Sony Pictures Entertainment no hubiera sido atacada por piratas informáticos y el régimen totalitario de Corea del Norte no hubiera respondido a la provocación con la misma matraca desafiante de siempre, The Interview habría pasado sin pena ni gloria por la cartelera como la intrascendente comedia que es realmente. La exagerada reacción a su inminente estreno fue, seguramente, la mejor y más grande campaña de marketing de la Historia del Cine, ejecutada gratuitamente por aquellos que deseaban impedir su exhibición pública.
El segundo largometraje dirigido por Seth Rogen y Evan Goldberg, tras su desenfadada Juerga hasta el fin (2013), elabora una tosca y estereotipada parodia del líder supremo norcoreano con la intención de reírse de los dictadores liberticidas del mundo. Sin embargo, el film no puede ser más banal, reducido a una inofensiva gamberrada más que a una demoledora denuncia política.
El caso es que comienza con una interesante crítica del periodismo sensacionalista, de la mano de sus ineptos protagonistas, eficazmente encarnados por James Franco y Seth Rogen. El presentador de un morboso late show y su productor intentan encauzar su trayectoria profesional elevando el nivel de sus entrevistados, logrando en exclusiva una entrevista con Kim Jong-Un. Ante tal oportunidad, la CIA les pide —como si tal cosa— matarlo, convirtiéndose en una pareja de espías tan incompetente como los más famosos agentes de la T.I.A.
Reconozco que algunos gags resultan tan certeros como divertidos a la hora de describir el ambiente de sometimiento, la propaganda oficial y la parafernalia propia de un régimen político basado en la represión y en la arbitrariedad de un déspota al que se le considera incluso un Dios, pero al igual que su homóloga El dictador (2012), de Larry Charles, The interview acaba derivando en una suerte de comedia desmadrada con sus previsibles recursos al humor negro, a la escatología y al sexo. Ninguna de las dos alcanza la feroz crítica de la tiranía que supuso El gran dictador (1940), sin tener que recurrir al típico “caca, culo, pedo, pis” del Hollywood actual.
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