(1) EL DESTINO DE JÚPITER, de Lana y Andy Wachowski.

ORBITANDO MATRIX
Es un hecho incontestable: los hermanos Wachowski son hoy un pálido reflejo de lo que fueron antaño. Mal que nos pese, desde que irrumpieran en la cartelera con una de las propuestas más innovadoras en el panorama cinematográfico redefiniendo los parámetros estilísticos y narrativos de la ciencia-ficción, los creadores de la saga Matrix han sido incapaces de parir una obra de análoga relevancia; ni la colorista y ruidosa Speed Racer (2008) ni la artificiosa y rebuscada El atlas de las nubes (2012) son obras destacables en sus respectivas temáticas. Lamentablemente, El destino de Júpiter no es una excepción.
De hecho, esta incursión en la space opera no es más que un discreto blockbuster atiborrado de efectos especiales y conocidos actores, que regurgita numerosos ingredientes de la citada saga en un ejercicio impúdico de auto-plagio. Resulta inevitable, por tanto, destacar los paralelismos existentes con Matrix (1999) y sus secuelas: comenzando por su trama, que narra al igual que esta, las heroicas hazañas de alguien que descubre que tras su triste y gris existencia existe una realidad fantástica oculta —en este caso llena de naves espaciales, razas galácticas y conflictos bélicos a nivel cósmico—, alzándose como un personaje esencial para el destino de la Humanidad. Figuras calcadas a las de la trilogía, vestuario similar, romances introducidos con calzador y villanos que producen vergüenza ajena completan el ecléctico cóctel fílmico con que Lana y Andy pretendían, textualmente, “impulsar el género”.
Esta falta de humildad choca frontalmente con la verdad: que bajo su potente empaque visual, gracias a una artillería pesada de tratamiento digital, se esconde un modelo discursivo adyacente al de las recientes sagas juveniles. Distintos escenarios para las mismas historias de (casi) siempre. Carnaza para la plebe. Si ya no nos sorprendían sus enrevesados discursos metafísicos ni sus aparatosas escenografías, tampoco lo hace la simplicidad de su argumento hilvanado por un guión tan endeble como previsible.
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