(3) BABADOOK, de Jennifer Kent.

UN CUENTO SINIESTRO
Puede aparentar la típica película de terror en la que un ente sobrenatural acosa a una familia, pero esta pequeña y artesanal producción australiana contiene un poso psicológico y un despliegue narrativo que la sitúan a años luz del clásico modelo de cine de género USA consolidado en los años ochenta, donde el monstruo va diezmando a un grupo de bobos adolescentes en un entorno más o menos cotidiano.
Cierto es que la sinopsis, basada en un cortometraje titulado Monster, desmiente el párrafo anterior, pero lo importante aquí no es el qué sino el cómo. Una joven madre y su hijo preadolescente encuentran un extraño y siniestro cuento en su casa que, al leerlo, convocan al monstruo del título, un ser maligno que amenaza con acabar con ellos. Hasta aquí lo convencional.
El resto, sin embargo, es un digno ejercicio de estilo en el que la debutante Jennifer Kent despliega un convincente estudio de personajes enmarcados en un espacio hostil y desasosegante, una casa a la que no se le puede llamar hogar. Kent domina los códigos del suspense hasta el punto de convertir el miedo en el protagonista absoluto de la historia, más allá de un engendro que apenas se ve pero sí se oye, concretamente una expresión terrorífica: ¡Babadook, Dook, Dook! El hecho de que no sea necesario mostrar el ser maligno para dar miedo demuestra su talento. Por otra parte, el diseño de las escenas, con un contrastado juego de luces y sombras, la deformación de espacios, el recurso a lo onírico y un minimalismo escénico casi abstracto, recuerda el cine expresionista alemán de principios de siglo XX.
No obstante, lo que trasciende de Babadook es la ambigüedad con que trata el mecanismo psicológico del terror, amparándose en el contexto de una relación materno-filial traumática y potencialmente destructora. Una viuda que no ha digerido el fallecimiento de su marido en un trágico accidente de tráfico y un niño con evidentes síntomas de inadaptación hacen dudar al espectador del origen y causa del citado Babadook, sugiriéndose entre líneas que todo puede ser producto de la locura o un odio subconsciente y antinatural de la madre hacia el hijo, al que le responsabiliza de la pérdida de su cónyuge. El resultado es una mujer que intenta proteger a un hijo que al mismo tiempo teme, y un chaval que no entiende a una mujer que adora y a la que intenta defender, seguramente de sí misma.
A destacar la creíble interpretación de los actores Essie Davis y Noah Wiseman en los papeles principales, la primera a la hora de mostrar la progresiva desesperación de la madre ante el comportamiento inestable del hijo y el hostigamiento del monstruo, el segundo por la contundente encarnación del miedo infantil ante la oscuridad.
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