(3) 71, de Yann Demange.

SALVAR AL SOLDADO HOOK
El primer largometraje de Yann Demange —un parisino afincado en Londres, realizador de documentales, publicidad, vídeos musicales, cortometrajes y series de TV, con estudios de comunicación audiovisual— iguala o supera en interés a muchas de las películas que se han dedicado al conflicto de Irlanda del Norte entre católicos y protestantes, es decir, entre republicanos y monárquicos, entre independentistas y unionistas. El año 1971 fue precisamente el que inició la etapa de mayor violencia, con centenares de atentados y muertes. El film de Yann Demange viene a ser un compendio de todos los anteriores por cuanto integra en su discurso no sólo una apelación al pacifismo sino también una condena de la dura represión británica y de la brutalidad terrorista de los activistas irlandeses.
El relato transcurre a lo largo una sola noche, cuando el joven soldado británico Gary Hook, encarnado por el actor Jack O´Connell, queda accidentalmente aislado en un barrio católico de Belfast, tras las líneas enemigas. Su personaje asume plenamente el punto de vista narrativo, contemplando la sangrienta lucha y la compleja situación que involucra a ejército, policía, IRA oficial, IRA provisional, espías infiltrados, civiles, etc. todos inmersos en una especie de caos en el que, como en las guerras, no hay reglas a respetar excepto la de eliminar al oponente y la de salvar la propia vida. Es un juego sucio en el que la ambigüedad moral acaba dejando paso a la más absoluta arbitrariedad. La división entre buenos y malos se diluye y la única idea útil es la de sobrevivir en medio de un infierno de violencia, sangre y destrucción.
71 es más un thriller que un film bélico al uso a causa del predominio de la acción, de ese mecanismo elemental basado en la persecución y en la huída. Su tesis contraria a toda confrontación civil y a cualquier intervención militar se desprende de las diversas situaciones y del modo en que se resuelven. Magnífica la dirección del debutante Yann Demange, con su nerviosa cámara siempre escrutadora y su ritmo trepidante, con ausencia de escenas de mero relleno y con una fotografía llena de sombras sugiriendo la idea de inseguridad y de peligro, además de una excelente banda sonora de David Holmes, compuesta electrónicamente a base de ruidos y de acordes no melódicos que ayudan a subrayar el clima angustioso y deshumanizado que muestra la película.
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