(2) CORAZONES DE ACERO, de David Ayer.

MATAR Y MORIR EN LA GUERRA
Del discreto realizador David Ayer no se esperaba una buena película bélica pero el resultado en Corazones de acero no deja de presentar algunos puntos de interés. Ambientada en abril de 1945, cuando la vanguardia de las tropas aliadas se dirige hacia Berlín rodeada de enemigos, el relato tiene como protagonista a la tripulación de un carro de combate Sherman, identificado como Fury, al mando del sargento Don Collier, encarnado convincentemente por Brad Pitt.
Rodado en Inglaterra con una minuciosa documentación y asesoramiento previos, el film abarca dos intensos días de avance y de luchas en el campo de batalla, con una primera hora de metraje que muestra al espectador la inhumana brutalidad de la guerra, con el trágico dilema entre matar o morir en combate, con todo el apocalíptico repertorio de claustrofobia, destrucción, sangre, agotamiento, miedo, odio y sufrimiento.
Y como conflictos psicológicos, las difíciles decisiones a tomar por el jefe del tanque y la inexperiencia de un joven recluta. Lamentablemente, a mitad de película el tono va cambiando: en el pueblo conquistado aparecen ya dos asustadas mujeres alemanas, hay una comida de confraternización y el soldado novato hace el amor con la más joven y hermosa. Y a partir de ahí van creciendo las dosis de heroísmo, de destrucción, de citas bíblicas y de expresiones malsonantes. ¿Es esto realismo o son los tópicos de siempre?
Afortunadamente, la propaganda está mucho más disimulada que en las películas realizadas durante o en la inmediata posguerra. Aquí la narración es efectiva y engancha al espectador, la ambientación resulta verosímil y los medios utilizados han sido los adecuados para conciliar eficazmente espectáculo y drama humano.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.