(1) EL SÉPTIMO HIJO, de Sergey Bodrov.

EL APRENDIZ DE MAGO
Las andanzas del dichoso hobbit por Tierra Media a lo largo de tres interminables entregas me han provocado cierto hastío de la llamada fantasía heroica, por lo que el estreno de la adaptación fílmica de la novela El aprendiz del espectro, de Joseph Delaney, no llega en mi mejor momento. Y tras su visionado, se han cumplido mis escasas expectativas.
Nos encontramos, nuevamente, en un mundo de aspecto medieval donde pululan magos y brujas, dragones y otras criaturas mitológicas. Siguiendo una antigua profecía, el último caballero de una mística orden elige al hijo de un granjero como pupilo para adiestrarle en el manejo de las armas y en el dominio de la magia para enfrentarse a la poderosa reina de las brujas y derrotar a su ejército de asesinos sobrenaturales.
Quizá pretendía ser el comienzo de una larga saga cinematográfica, pero El séptimo hijo no alcanza la talla adecuada en términos de producción ni posee la trascendencia artística de la obra de J. R. R. Tolkien. Al lado de la desmesura y el derroche efectista de la citada trilogía, la propuesta del ruso Sergey Bodrov no es más que una película timorata que bebe, muy oportunamente, de la coyuntura favorable del género.
Y eso que se ha recurrido a un nutrido grupo de profesionales de demostrado talento, comenzando por unos actores de renombre como Jeff Bridges y Julianne Moore como ilustres comparsas de un discreto Ben Barnes en el papel protagónico, joven actor británico que goza de cierta popularidad al haber dado vida a Caspian en la saga Las Crónicas de Narnia.
Sin embargo, atendiendo a los primeros datos de taquilla obtenidos, el film no tiene asegurado el suficiente apoyo del público como para encabezar una sucesión de entregas del vasto universo literario del escritor británico. El tiempo lo dirá.
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