(2) BIG EYES, de Tim Burton.

LA ARTISTA Y EL FARSANTE
Tim Burton, un especialista en cine fantástico, es un director “de culto” para muchos espectadores. En esta ocasión, sin embargo, ha filmado un guión elaborado por dos especialistas en relatos biográficos —sobre Ed Wood, Larry Flynt, Andy Kaufman y Bob Crane— que se basaron en la historia real del supuesto pintor Walter Keane y de su esposa Margaret que en los años 50 y primeros 60, desde San Francisco, lograron alcanzar fama y fortuna con cuadros que mostraban a niños tristes y de grandes ojos. Años después se descubrió que la verdadera autora era la mujer, que toleró la larga impostura sucumbiendo a la tentación de la notoriedad y de la riqueza mientras respondía a la educación femenina de la época que exigía sumisión y obediencia como prueba de amor al marido.
La película plantea una serie de cuestiones de enorme importancia —el feminismo como vía de emancipación personal, la calidad en el arte, el mercado de objetos culturales, etc.— pero Tim Burton se muestra incapaz de manejarlas con el rigor necesario y se limita a barajarlas sin un punto de vista sólido y coherente, cosa nada extraña si consideramos que al cineasta le encantan las historias de gente corriente, fracasada y marginada —a su juicio, auténticos héroes ignorados por los eruditos— haciendo del universo friki un modelo en su escala de valores. Por eso ha declarado apreciar la pintura de Margaret Keane —rechazada por la crítica más exigente— aduciendo que gustó a una mayoría y que ella “popularizó” el arte democratizándolo, aunque omite que a costa de degradarlo, en tiempos dominados por el minoritario expresionismo abstracto.
Pero si los niños lastimeros de Margaret deben situarse en el ámbito estilístico de lo kitsch y lo naïf, su marido Walter fue un genio de las finanzas, adelantándose incluso a Dalí y a Andy Warhol con sus exposiciones en bares, autoedición de catálogos, regalos de obras a celebridades, copias, carteles y postales que colocaron la pintura al alcance de una clase media de escasa formación cultural. La publicidad, los reportajes de encargo y la mercadotecnia consagraron a un tramposo mientras su mujer trabajaba sin parar en la sombra para satisfacer la gran demanda de cuadros —a mi parecer— cursis y amanerados.
La verdadera Margaret Keane, a sus 86 años, ha colaborado en la película, protagonizada por una comedida Amy Adams en el papel de artista anónima y resignada ama de casa mientras un histriónico Christopher Waltz interpreta de forma exagerada al esquizofrénico esposo. Danny Huston y Terence Stamp aparecen en papeles secundarios. No obstante, pese a todas sus limitaciones, Big eyes muestra la expresividad de las imágenes y la fuerza de las situaciones como virtudes innegables de un Tim Burton que ha explorado nuevos terrenos en su filmografía.
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