(3) 20.000 DÍAS EN LA TIERRA, de Iain Forsyth & Jane Pollard.

UN MÚSICO SINGULAR
Esta producción británica, rodada en Inglaterra, Francia y Australia, no es una película biográfica al uso: en primer lugar, por la singular personalidad del compositor y cantante Nick Cave —de origen australiano pero afincado en Brighton, Gran Bretaña— y, en segundo lugar, por el notable talento cinematográfico de los realizadores Iain Forsyth y Jane Pollard, especializados en video-creaciones de “arte y ensayo”, auxiliados esta vez por el magnífico cámara Erik Wilson, que logra imágenes de alta calidad.
20.000 días en la tierra hace referencia a la edad del protagonista, unos 54 años, que ha destacado como solista y como líder de varios grupos a partir de los años 80, especialmente al frente de la banda The Bad Seeds. No estamos, pues, ante un biopic convencional sino altamente creativo, una mezcla de documental y de ficción que narra un día en la vida de Nick Cave, con sus familiares, sus recuerdos, las fotos de su infancia y de viejas actuaciones, su trabajo cotidiano con el teclado, su visita al psicoanalista y sus desplazamientos en coche, acompañado esta vez por el actor Ray Winstone, su antiguo colega Blixa Bargeld y la cantante Kylie Minogue, con los que mantiene improvisadas conversaciones, hasta terminar con un gran concierto multitudinario.
Premiado y reconocido en los festivales de Sundance, Estambul y San Sebastián, el film no sigue un orden cronológico rígido sino que integra de forma aparentemente aleatoria —pero muy coherente y calculada— una serie de objetos personales, cuadernos de notas, pensamientos, fotos de archivo, iconos culturales del siglo XX (estrellas de la música y del cine), diálogos con amigos y esbozos melódicos al piano que forman un moderno y maduro relato biográfico, en modo alguno hagiográfico, sobre una importante figura musical de nuestro tiempo.
Inteligencia, imaginación y humor son las características que definen esta mirada sobre Nick Cave, un gran admirador de Nina Simone y dotado de un estilo emparentado con los de Laonard Cohen o Bob Dylan, un verdadero “autor” que conjuga síntesis expresiva con delicadeza, textos surrealistas con explosiones vocales, el lirismo con el pop-rock y el blues con sonidos de vanguardia. Y además nos sorprende con su aparente modestia y desprendimiento, con su genio inclasificable y con sus reflexiones filosóficas en torno a la existencia humana y al devenir personal, con la inevitable conjunción de la voluntad con el azar.
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