(2) ESCOBAR: PARAÍSO PERDIDO, de Andrea Di Stefano.

EL PADRINO COLOMBIANO
El debutante Andrea Di Stefano configura en Escobar: Paraíso perdido un retrato poliédrico del famoso narcotraficante colombiano Pablo Escobar, el Vito Corleone del crimen organizado en Colombia. Y lo hace sin disimular el influjo de los grandes relatos cinematográficos que recrean el mundo del hampa, especialmente la obra maestra de Francis Ford Coppola que inspira el título de esta crítica.
Sorteando el mero thriller sanguinolento, Escobar: Paraíso perdido pretende mostrar no solo la profesión criminal del mencionado personaje, sino que resalta su faceta familiar y su labor filantrópica en un pueblo desamparado al que financiaba obras caritativas con parte de su inmenso patrimonio surgido de la venta de la droga. Avalado por la ingente información disponible, el realizador y guionista italiano compone una imagen tridimensional de Escobar, mostrándolo como un hombre de fuerte personalidad y gran magnetismo, capaz de los gestos más tiernos y cariñosos hacia sus familiares, pero también de los actos más violentos y crueles hacia sus enemigos.
El problema es, sin embargo, el punto de vista del relato, encarnado por un joven canadiense que, enamorado de la hermosa sobrina del narcotraficante, es integrado a su pesar en los turbios negocios de su tío político. Precisamente la peripecia sentimental del protagonista y su relación con Escobar, convertido en un peón útil a las órdenes del patriarca, es lo menos interesante de Escobar: Paraíso perdido, mas no aquellas escenas en las que Benicio del Toro hace acto de presencia y se adueña absolutamente de la pantalla. Sus secuencias son la esencia de la película, lo más interesante que nos cuenta Di Stefano. El resto del equipo artístico, con la excepción de un Carlos Bardem inspirado haciendo de sicario, palidece ante la arrebatadora presencia del actor puertorriqueño.
Escobar: Paraíso perdido podría haber sido un impresionante biopic sobre el amo de la coca colombiana que puso en peligro al mismo Estado sobornando jefes policiales y políticos corruptos. Pero darle importancia al anecdótico romance entre efebos para de forma tangencial aproximarse al verdadero protagonista implica mezclar géneros aparentemente contradictorios, un film de acción y un drama romántico de lo más convencional, cuyo resultado es un tanto decepcionante para lo que podría haber sido este retrato de El Padrino colombiano.
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