(3) BLACK COAL, de Diao Yinan.

EL RASTRO DEL ASESINO
Esta producción china es el tercer largometraje —el primero que nos llega— del dramaturgo, guionista y realizador Diao Yinan, habiendo obtenido el Oso de Oro a la mejor película y el Oso de Plata al mejor actor (Liao Fan) en el último festival de Berlín. Ambientado en una pequeña ciudad de una región industrial, fría e inhóspita, del norte de China (Manchuria), el film arranca con la aparición de fragmentos descuartizados de un cadáver en distintos y alejados lugares.
Su estilo narrativo representa una mezcla de dos géneros emparentados: el policíaco, con una intriga que se desarrolla en dos períodos —años 1999 y 2004, enlazados mediante una osada panorámica circular de la cámara—, y que es investigada por un inspector empleado tiempo después como agente de seguridad privada, y el “negro”, cuyo código comunicativo se materializa a través de personas normales que se convierten en delincuentes —estafa, robo, asesinato— por la fuerza de las circunstancias y que arrastran complejas psicologías, lejos de todo esquematismo moral.
Abundan las elipsis temporales y en este relato cronológicamente entrecortado se deja al espectador el trabajo de rellenar sus lagunas. Como en Un toque de violencia (2013) puede sorprender la brutal criminalidad presente en un país sometido a un férreo autoritarismo, pero pensemos que también el cine de gángsters y el “negro” surgieron en Estados Unidos como bárbaro contraste con la prosperidad capitalista de aquellos momentos (años 20 y 40).
Magnífico film, lleno de talento y vigor, Black coal se distingue por la austeridad de medios empleados, por su ascetismo expresivo, por su ritmo pausado y por la abundancia de planos largos, fijos y generales. Su mirada sobre los personajes resulta tan lúcida como distanciada, es compasiva y no condenatoria, tan desoladora como irónica.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.