(1) UN VIAJE DE DIEZ METROS, de Lasse Hallström.

PIQUE GASTRONÓMICO
Una familia india se instala en una pequeña localidad francesa, abriendo un simpático y exótico restaurante gestionado por uno de los hijos del patriarca, que resulta ser un virtuoso y espabilado chef. Sin embargo, justo enfrente de su establecimiento, existe un afamado restaurante —con una estrella Michelin— dirigido por una severa mujer que no acoge amigablemente su nueva competencia. El conflicto está servido…
El último film del director sueco Lasse Hallström, indiscutible adalid hollywoodiense del drama romántico sazonado con puntuales dosis de fino humor, es una edulcorada y convencional comedia que integra la gastronomía y el romance como principales ingredientes —receta ya utilizada en otros films, como Fuera de carta (2008) o El chef, la receta de la felicidad (2012)—, pero cuyo resultado se me antoja un pobre e insustancioso plato precocinado.
Discreta adaptación de un best-seller de Richard C. Morais, Un viaje de diez metros plantea el tópico y previsible enfrentamiento entre culturas y aboga, como moraleja final, por la integración de las mismas adornando la historia con una entonación de cuento infantil que destila buen rollo y fraternidad universal hasta el punto de resultar indigesto.
Todo resulta artificioso al dar preferencia al efecto cómico y al citado mensaje bienintencionado, en detrimento de un tratamiento realista y reflexivo sobre temas universales de importancia como el fenómeno de la inmigración, la integración social de las minorías, la aceptación de culturas foráneas y especialmente —en una película como esta— la diversificación de la oferta gastronómica en un mundo cada vez más globalizado.
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