(1) COHERENCE, de James Ward Byrkit.

EL PERTURBADOR PASO DEL COMETA
Este primer largometraje del estadounidense James Ward Byrkit —procedente del teatro, la música y el diseño— ha sido galardonado en los festivales de Sitges, Bilbao y Ámsterdam, cosechando partidarios acérrimos pero también decepcionados espectadores, como es mi caso, para quienes Coherence no es más que un absoluto camelo. Rodada, según nos informan, sin un riguroso guión previo y con grandes dosis de improvisación (¿?), la película destaca por su baratísima producción, rodaje de sólo cinco noches en una sola habitación, con una iluminación simple y la participación de ocho intérpretes.
A partir de una situación única —la reunión de cuatro parejas para ver el paso de un cometa—, el film es un claro ejemplo de la moderna evolución del género de terror que, desde la época clásica en que todos los elementos narrativos y expresivos obedecían a un riguroso código preestablecido, ha ido convirtiéndose en un conglomerado caracterizado por relacionar, no sin cierta arbitrariedad, el miedo con elementos propios del cine fantástico, la ciencia-ficción y el suspense.
En este “todo vale” para lograr determinados efectos aparece en esta ocasión una artificiosa mezcolanza de fallos informáticos, extraños cortes de fluido eléctrico, cálculo de probabilidades, física cuántica, indefinible identidad personal, mundos paralelos, tercera dimensión, paradojas espacio-temporales y sucesos inexplicables. Todo ello se integra en un relato de pretencioso intelectualismo en el que, sin embargo, se agradece la ausencia de los tópicos “sustos” para que sea la falta de lógica lo que perturbe el ánimo del público.
Los nuevos aires del género, ligados con frecuencia al falso documental —aquí la cámara llevada a mano no cesa de moverse y de desenfocar las imágenes tomadas en primer plano—, habría que rastrearlos hasta The Blair witch project (1998) y la saga Rec (Jaume Balagueró y Paco Plaza, a partir de 2007), creadores de un terror conceptual —también denominado por algunos “psicológico”— basado en el progresivo y sutil deslizamiento desde la realidad más cotidiana a un universo fantasmagórico alejado de toda explicación racional, disimulando los trucos y golpes de efecto empleados con la presencia de un entorno y de unos personajes completamente normales.
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