(1) ASÍ NOS VA, de Rob Reiner.

LA LOZANÍA DEL AMOR SEXAGENARIO
No debería infravalorarse del todo la trayectoria profesional del director estadounidense Rob Reiner, responsable de algunas simpáticas películas de los años ochenta pertenecientes a diferentes géneros; desde el emotivo drama adolescente Cuenta conmigo (1986), la entretenida aventura de piratas y doncellas La princesa prometida (1987), la comedia romántica Cuando Harry encontró a Sally (1989) o la intriga judicial Algunos hombres buenos (1992). Sin embargo, el resto de su filmografía no ha dejado huella para la posteridad, sucediéndose numerosos títulos destinados al mero entretenimiento, si bien es respetado por su concepción artesanal del cine para todos los públicos.
Así nos va sigue la estela de sus anteriores films Ahora o nunca (2007) y El verano de sus vidas (2012) a la hora de contar historias protagonizadas por personas mayores que recuperan el tiempo perdido y, reivindicando las segundas oportunidades, adoptan una actitud vitalista y optimista de la vida, experimentando de nuevo el amor o llevando a cabo ideas o proyectos de juventud.
Mark Andrus, guionista de Mejor imposible (1997) —se le nota su afecto por los personajes excéntricos o neuróticos—, firma esta historia sobre un huraño y despreciable agente inmobiliario a punto de jubilarse cuya vida dará un vuelco cuando su hijo, del que hace años que no sabe nada, aparece con una nieta, de la que ni siquiera sabía su existencia. Se verá obligado a aprender a cuidar a alguien más que aparte de sí mismo gracias a la ayuda de su vecina, una afligida viuda incapaz de terminar las canciones en sus actuaciones en un pequeño club por recordar a su difunto esposo.
Alejado de las comedias alocadas contemporáneas, Rob Reiner recupera la comedia cocinada a fuego lento, con un desarrollo pausado pero constante en el devenir de los acontecimientos, narrando el progresivo enamoramiento de dos veteranos mientras asumen inesperadamente responsabilidades paternas que les despiertan de su letargo.
Una buena factura técnica, solventes actuaciones de los protagonistas —un tándem formado por Diane Keaton y Michael Douglas— y un desenlace de lo más gratificante moldean una discreta comedia romántica de sabor añejo que aspira simplemente a amenizar la tarde al espectador.
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