EUROPEOS EN HOLLYWOOD (VIII)

ARCHIBALD ALEXANDER LEACH
Vamos a aparcar de momento a los directores y dedicar la siguiente crónica al campo de la interpretación, porque la meca del cine se ha nutrido desde siempre de grandes actores y actrices europeos y es conveniente prestarles atención.
Empezamos con un actor inglés al que muchos cinéfilos, entre los que me incluyo, consideran el mejor actor de comedia, de todo tipo de comedia, de la historia del cine. Hay muchísimos actores más completos que Archibald, con más registros pero, en su terreno de galán todoterreno, nadie le aventaja. Ha tenido cantidad de imitadores, con mayor o menor fortuna, pero ninguno ha llegado a hacerle sombra.
Archibald Alexander Leach nació en 1904 en Bristol, en el seno de una familia humilde y con una madre alcohólica a la que vio siempre entrando y saliendo de clínicas de desintoxicación. A los 14 años lo expulsaron del colegio por un turbio asunto en el vestuario de las chicas y se enroló en una troupe teatral. Dos años después, estando de gira por Estados Unidos, decidió no regresar con la compañía y se quedó en Nueva York.
Tras más de una década viviendo a salto de mata, desempeñando toda clase de oficios, no siempre honorables, recaló en Hollywood en 1931. Parece ser que en su actividad de prostituto atendía a clientes de ambos sexos y algunos chismosos yanquis apuntan a que su jefa por aquel entonces era Mae West. Yo no voy a ahondar en este tema ni a comentar su prolongada relación con Randolph Scott. A quien le interesen estos asuntos, tienen fuentes bastantes en internet.
Lo primero que hicieron en la Paramount es convencerle de que con un nombre como ese no se iba a comer una rosca, y le bautizaron con uno más sonoro…
CARY GRANT
Entre el 32 y el 35 filmó para la Paramount 20 películas, con los mejores directores de la casa; solo en las cuatro primeras en breves intervenciones. De esta primera etapa de su carrera destaca La Venus rubia (1932) de Josef von Sternberg, con Marlene Dietrich y las dos que interpretó al año siguiente, No soy ningún ángel y Lady Lou, nacida para pecar, con su antigua jefa, Mae West.
Finalizado su contrato con la Paramount y ya con suficiente caché como para poder encauzar su carrera sin vincularse a ningún estudio, rueda con RKO su primera colaboración con George Cukor, formando pareja con Katherine Hepburn: La gran aventura de Silvia (1935), una simpática comedia que encumbró a la pareja, que repetiría protagonismo, dejándonos tres de las mejores comedias de la historia de Hollywood. El propio Cukor rodó dos de ellas: Vivir para gozar (1938) e Historias de Filadelfia (1940) y el director con el que más trabajó, su gran amigo Howard Hawks, es el responsable de La fiera de mi niña (1938), una hilarante comedia que Hawks autoplagiaría 26 años después en Su juego favorito (1964) con Rock Hudson y Paula Prentiss.
Un inciso: aprovechemos, que aún es gratis. ¿Imagináis lo que podría haber sido esta peli si Hawks hubiera podido contar con alguien como Grant y K. Hepburn? Sin duda una de las mejores de la década de los sesenta, que no fue mala cosecha.
Mientras escribo esto se me ocurre que, cuando el artículo trate sobre actores, puede que sea conveniente hablar de los directores que más influyeron en su carrera en lugar de escoger cinco películas, como hemos venido haciendo.
Cary Grant, hasta su retirada definitiva del cine como actor en 1964, intervino en más de 70 films. Fue nominado al Oscar dos veces sin lograrlo y solo en 1970 reconoció la academia sus méritos con una estatuilla premiando toda su trayectoria.Trabajó una o dos veces (no más de tres) con casi todos los directores que contaban en cada época, desde Leo McCarey o George Stevens a Richard Brooks o Blake Edwards, pero los cuatro pilares sobre los que se sustenta su sólida carrera son:
1.- GEORGE CUKOR.
Con solo tres títulos, ya mencionados, consiguió colocar al dúo Grant-Hepburn a la cabeza de parejas memorables de toda la historia del cine, solo comparable a la formada también por la Hepburn con Spencer Tracy o a la que yo, sin duda, prefiero: Bogart-Bacall.
2.- HOWARD HAWKS.
Tuvo dos actores fetiche: Cary Grant para la comedia y John Wayne para el western. Cuando le convino, no dudó en usarlos en cometidos fuera de su especialidad (Grant en Solo los ángeles tienen alas, Wayne en Hatari) pero no pudo —o no quiso— evitar que el primero hiciera comedia en un papel más bien dramático, ni que el segundo, cazando fieras vivas en África, siga pareciendo un sheriff. Hawks rodó cinco películas con Cary Grant: La fiera de mi niña (1938), ya mencionada. Solo los ángeles tienen alas (1939) la primera de una serie de cintas de aventuras con una temática que Hawks repetiría una y otra vez a lo largo de su dilatada carrera: las profesiones de riesgo y la camaradería masculina (siempre a punto de romperse por culpa de alguna mujer, pero saliendo triunfante tras el clímax de la acción peligrosa final). Luna nueva (1940), sin duda la mejor de las cuatro versiones cinematográficas de la pieza teatral Front Page de Hetch y McArthur, estrenada en Broadway en 1931. Ese mismo año filmó Lewis Milestone la primera, Un gran reportaje, que tuvo una buena acogida. De 1972 es Primera plana, excelente versión del maestro Billy Wilder, con unos impagables Lemmon y Matthau, una obra maestra, sin duda, pero yo sigo prefiriendo Luna nueva. En 1988 Ted Kotcheff filmó Interferencias, una versión que trasladaba la historia al campo de la televisión, con Burt Reynolds y Katherine Turner. Si no estuvieran las otras en la memoria, puede que hasta se pudiera ver sin demasiados traumas. Por cierto, el papel del novio tonto de la protagonista lo interpretaba Superman, Cristopher Reeve. La novia era él (1949). Un insulso guión sobre un francés, ¡Cary Grant! que tiene que travestirse para entrar en una base americana en Francia, no me acuerdo muy bien por qué; solo la maestría de Hawks y el buen hacer de nuestro personaje conseguían sacarla a flote. Me siento rejuvenecer (1952). Aquí sí vuelve en plena forma el tándem de La fiera de mi niña o Luna nueva. Descacharrante astracanada en la que un simpático chimpancé compite con Marilyn Monroe en atraer la atención del público. Gana Marilyn, claro.
3.- ALFRED HITCHCOCK.
Cuatro películas rodó el maestro del suspense con Cary Grant. Aunque tratándose de Hitchcock yo no osaría hablar de obras menores, sí puedo decir que Sospecha (1941) y Atrapa a un ladrón (1955) son dos estupendas películas, pero Encadenados (1946) y Con la muerte en los talones (1959) son obras maestras que figuran entre las favoritas en todas las listas y encuestas que las revistas del ramo se entretienen en realizar. Todas suficientemente conocidas como para cansar más al lector con sus virtudes.
4.- STANLEY DONEN.
Aunque su colaboración con Cary Grant comenzó tarde, cuando el actor ya contaba 53 años, todavía les dio tiempo, antes de la definitiva retirada del actor a los 59, de rodar tres estupendas comedias: una cómica, Bésalas por mí (1957) y dos románticas, Indiscreta (1958), de nuevo con Ingrid Bergman, con la que había compartido protagonismo 12 años antes en Encadenados, a las órdenes de Hitchcock, y Página en blanco (1960) en la que Grant y Robert Mitchum dirimen sus conflictos amorosos entre Deborah Kerr y una fascinante Jean Simmons. Pero la cumbre de su trabajo en común llegaría tres años más tarde con Charada (1963). Asombra ver a este sesentón en un personaje escrito para alguien veinte o treinta años más joven, correr, pelear, enamorar a una deliciosa Audrey Hepburn y conseguir que el público se lo crea. Dignos de mención también, aunque estemos hablando de Grant, los malos de la peli: Walter Matthau, George Kennedy y James Coburn.
Me da la impresión de que todo esto ha quedado un poco deslavazado, pero quizá por eso mismo tenga cierta frescura, no sé.
De todos modos, lo voy a dejar así.
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