(2) LA DANZA DE LA REALIDAD, de Alejandro Jodorowsky.

AUTOBIOGRAFÍA FANTÁSTICA
De la escasa obra cinematográfica del polifacético artista Alejandro Jodorowsky (Tocopilla, Chile, 1929) sólo pudimos conocer en Valencia El topo (1971) y Sangre santa (1988), por lo que hay que celebrar el estreno de La danza de la realidad (2013), adaptación fílmica de su homónimo libro autobiográfico en la que intervienen algunos de sus familiares tanto en cometidos interpretativos como técnicos. El film es una evocación de su propia infancia y de su pueblo natal, un confesado ejercicio de “psico-magia” mediante el cual ha pretendido exorcizar muchas de las burlas, represiones y frustraciones sufridas, especialmente en el seno familiar —como hijo de inmigrantes judeo-rusos— y en el atávico ámbito rural.
La película es una fábula anti-naturalista que obedece a los postulados del movimiento literario-teatral Pánico, establecido en París en 1965 junto a Fernando Arrabal y Roland Topor, aunque también pueden percibirse en ella influencias del cine de Buñuel y de Fellini, una mezcla de surrealismo y barroquismo formal que le ha servido para difundir su credo anarquista (“ni amo, ni patria, ni dios”) y en la que ha hecho gala de un estilo que incluye provocación y crueldad, erotismo y rebeldía, repudio de la religión y del militarismo, rechazo de cualquier traba moral y cultivo de un discurso metafísico, la pantomima e imágenes contundentes propias del comic.
Rodado en la misma población minera y pobre, costera y desértica en la que nació, el film evidencia tanta imaginación como escasez de recursos, con utilización exclusiva de planos fijos y con colores reforzados digitalmente. Una producción totalmente independiente y libre, opuesta a los modelos dominantes en la industria audiovisual, cuyo carácter en gran medida hermético no impide que reconozcamos las grandes dotes creativas de una mente inquieta e inconformista a la que no asusta mostrar también cierta predisposición hacia lo pretencioso y lo narcisista.
La danza de la realidad narra multitud de episodios autobiográficos —algunos inventados— que centran sobre todo su atención en las difíciles relaciones del autor con un padre autoritario (estalinista) aunque timorato y con una madre afectuosa (¿complejo de Edipo?) que sólo se expresa cantando como una diva de ópera.
Película nacida del ingenio de un verdadero “ciudadano del mundo” —Jodorowsky ha vivido en Chile, Francia, México, Estados Unidos y la India—, de indudable interés por su singularidad y rareza aunque discutible también por la exhaustiva presencia de elementos simbólicos, muchos de ellos de difícil articulación e interpretación.
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