(4) LAS MAESTRAS DE LA REPÚBLICA, de Pilar Pérez Solano.

POR UNA ESCUELA LAICA, PÚBLICA Y DE CALIDAD
Pilar Pérez Solano (Alicante, 1968) se interesó por las maestras republicanas tras asistir a unas jornadas organizadas por el sindicato UGT-F.E.T.E. y después de leer Historia de una maestra de Josefina Aldecoa, que le proporcionó abundante documentación para la película. Y pese a haber sido rodada con escasos medios económicos y técnicos —con un reducido equipo de cuatro personas— obtuvo el Goya al mejor largometraje documental en 2014, aunque lamentablemente no fue estrenada en Valencia pero sí exhibida en varias pantallas “no comerciales” y editada en DVD.
El documental es un emotivo testimonio que rinde homenaje —recuperando la memoria histórica— a la labor docente de las maestras de la II República (1931-1939) que no sólo modernizaron la educación en España —había una elevada tasa de analfabetismo y de pobreza, en niños y, especialmente, en adultos— sino que contribuyeron a la emancipación de las mujeres, ganando nuevos derechos y abriendo diversas vías para su acceso a la cultura y al trabajo profesional.
El carácter público, laico, gratuito, democrático y solidario así como la co-educación —sin separación de sexos— en la nueva escuela socavaron las raíces de un país atrasado, tradicionalista y machista, cuya educación estaba en manos —en su mayor parte— de la iglesia católica, volcada en enseñanzas de contenido religioso, elitista y conservador. La película incluye escenas reconstruidas —una actriz como maestra de los años 30 lleva el peso de la narración—, abundantes materiales de archivo —fotos, libros, filmaciones, textos en off, etc.— así como numerosas entrevistas a familiares de antiguas maestras, a pedagogos y a historiadores que han investigado el tema.
Tras la victoria de Franco en la Guerra Civil vino la represión: maestras y maestros asesinados, forzados al exilio o “depurados” y condenados a prisión con pérdida de empleo y sueldo durante años, teniendo que refugiarse en las clases particulares y en los centros privados —en Valencia, por ejemplo, en la competente “Academia Castellano”— para sobrevivir, aunque a veces sufrieran la humillación de verse obligados a cantar el “Cara al sol” brazo en alto.
De aquella época, de aquellas escuelas y de aquellas maestras, la película nos transmite también la exigencia del derecho a la educación para todos en igualdad de condiciones —ricos y pobres, niños y niñas, en ciudades y en pueblos—, el carácter obligatorio de su primer nivel y la libertad de ideas y de creencias permitida a los [email protected] más allá de la concreta inspiración socialista del ambicioso proyecto didáctico que el film nos ha permitido conocer.
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