(4) DOS VIDAS, de Georg Maas.

SUPLANTACIÓN DE IDENTIDAD
El maestro Hitchcock habría realizado seguramente un magnífico film de suspense con el material dramático aquí empleado —una historia de intercambio de personalidades— pero el documentalista Georg Maas, en su primera película de ficción que nos llega, no sigue las rígidas normas del cine de género, entendido como mero entretenimiento, sino que realiza un complejo trabajo en el que baraja inteligentemente el drama familiar, los momentos de emoción, el thriller de intriga y el espionaje en el contexto de la Guerra Fría, evocando inevitablemente las características de la excelente La vida de los otros (2006), de Florian Henckel-Donnersmarck.
Dos vidas, inspirada en una novela de Hannelore Hippe —basada a su vez en hechos reales rastreados mediante una laboriosa investigación—, fue rodada en Alemania y en Noruega utilizando una fotografía de tonos predominantemente sombríos que remite a los países nórdicos, a la estación invernal y a las dramáticas situaciones planteadas, en muchas de las cuales aparece la actriz Liv Ullmann —como madre de la protagonista Juliane—, la inolvidable musa de Ingmar Bergman.
La película arranca en 1990, con la caída del muro de Berlín, y mediante una serie de flash-backs —perceptibles por el grano grueso de las imágenes y el físico de los personajes— va reconstruyendo la historia de una niña nacida de la relación ocasional entre un soldado alemán y una chica noruega en la II Guerra Mundial. Debido a su apreciada pureza racial, ella y muchos otros bebés fueron recluidos por la Gestapo en la fundación Lebensborn y más tarde, a partir de los años 60, trabajaron como espías para la Stasi comunista tras ser repatriados a la Europa occidental desde la Alemania del Este. La unificación germana en 1989 trastocó muchas relaciones familiares y planteamientos políticos vigentes hasta entonces.
Dos vidas nos remite a los relatos de Graham Greene y de John Le Carré tanto por su rigor psicológico como por la precisión histórica a la hora de dar credibilidad a sus intrigas criminales. No se trata, pues, de una simple trama de misterio sino de una profunda indagación sobre los aspectos morales de los conflictos. Fundamentalmente, el film hunde sus raíces en el choque entre vida privada y circunstancias políticas, con la difícil elección entre libertad personal e intereses del estado, entre la verdad y el simulacro, entre las razones del pasado y las exigencias del tiempo presente.
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