(3) LLENAR EL VACÍO, de Rama Burshtein.

EL DILEMA DE LA DEVOTA
Reconozco mi recelo inicial ante el debut cinematográfico de Rama Burshtein, realizadora nacida en Nueva York pero residente desde muy pequeña en Israel perteneciente desde los 25 años a la comunidad jasídica, integrada en el judaísmo ultraortodoxo. Equivocadamente, consideraba su obra como un panegírico de la visión más retrógrada de la religión hebrea, una especie de elogioso publirreportaje sobre la superioridad moral y la intachable rectitud de las costumbres de este colectivo frente a otras creencias.
Sin embargo, Llenar el vacío es una hermosa y sensible película que aborda, desde una perspectiva distinta, la pérdida de un ser querido en el seno de una familia piadosa de Tel Aviv y las profundas repercusiones sentimentales y sociales que provoca. La más importante, el dilema personal de una joven llamada Shira —encarnada por la actriz Hadas Yaron, premiada con la Copa Volpi en el Festival de Venecia— cuando, tras el repentino fallecimiento de su hermana mayor, su entorno intenta gestionar su matrimonio con el cuñado viudo para evitar que éste se traslade a Bélgica con su hijo y rehaga su vida lejos de la familia protagonista.
Manteniendo la distancia necesaria para impedir una visión distorsionada por la doctrina y eludiendo pretensiones evangelizadoras, Rama Burshtein describe con gran detalle las costumbres y los ritos de su gente en un valioso retrato familiar, pero también muestra un universo femenino lleno de sutilezas y singularidades que no se corresponde con la percepción del observador externo sobre el tradicional machismo del patriarcado ultraortodoxo.
Ahí reside la clave de la película. Llenar el vacío no pretende moralizar ensalzando las bondades del judaísmo más conservador, pero tampoco pretende denunciar ninguna situación represiva. Se centra en los matices de un conflicto personal al mismo tiempo que muestra, con una sobria pero contundente puesta en escena y una elegante factura visual, los complejos protocolos sociales de su comunidad. La intencionalidad declarada de la directora era dirigirse no tanto a los miembros del jasidismo sino al resto de los mortales para hacernos entender una lógica propia.
¿Se casará o no se casará Shira con Yochay, el viudo de su hermana? ¿Será libre de elegir o se verá forzada a ello? Un final abierto, cuanto menos ambiguo, dejará al espectador con la última palabra.
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