(2) UN LARGO VIAJE, de Jonathan Teplitzky.

EL TRAUMA DE LA GUERRA
Partiendo del relato autobiográfico de Eric Lomax, un oficial del Ejército Británico que durante la II Guerra Mundial fue capturado por los japoneses y forzado a trabajar en la construcción del llamado Ferrocarril de la Muerte —una línea férrea que recorría el sudeste asiático para abastecer a las tropas niponas en la Campaña de Birmania—, Jonathan Teplitzky configura en Un largo viaje un emotivo homenaje a los caídos y a los supervivientes de aquellos terribles sucesos, a la vez que medita sobre la memoria histórica, las secuelas del conflicto, la culpa y el perdón. Porque si por algo destaca el testimonio de Lomax, lo que le hace digno de alabar, es por el posterior reencuentro con su torturador y el proceso por el cual logró superar sus lógicas ansias de venganza para acabar cultivando una sincera amistad con el que le había sometido a todo tipo de maltratos y humillaciones.
David Lean popularizó la construcción de esta colosal infraestructura con los prisioneros aliados con su magnífica El puente sobre el río Kwai (1957), galardonada con 7 premios de la Academia. Casi medio siglo después el director australiano revisita este episodio partiendo de un presente lleno de angustia y desasosiego producido por un pasado que poco a poco se nos va mostrando en la pantalla, narrando a caballo entre dos épocas el estrés postraumático de un veterano y su insólita relación con el japonés que lo atormentó.
Un largo viaje trata, en consecuencia, de reflejar ambas perspectivas, la de la víctima y la del verdugo décadas después de los hechos. Lo que podría ser un elocuente retrato humano de la locura de la guerra acaba disolviéndose en multitud de tramas secundarias que restan atención al espectador. El film pretende contar muchas cosas a la vez, partiendo del cine bélico de toda la vida, pasando al drama de época con toques de romance, lo que impide que ninguna tonalidad sea la predominante. Subtramas como la relación del soldado con su esposa o la pasión del protagonista por los trenes son mostradas de forma superficial, sin que aporten apenas contenido a la historia.
Aún así, esta coproducción británico-australiana es una película consistente, que emociona al público y estimula la reflexión. Su factura técnica es similar a una superproducción de Hollywood y cuenta con actores de gran talla, encabezados por Colin Firth y Nicole Kidman, que hacen lo que pueden con un guión que no acaba de centrarse en lo importante, aun siendo consciente del valioso material dramático que maneja.
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