(1) MIL MANERAS DE MORDER EL POLVO, de Seth MacFarlane.

EL VIEJO OESTE DESMITIFICADO
El creador de la irreverente serie de TV Padre de familia, animación de culto que combina el humor más zafio con la broma más perspicaz, debutó en el cine con Ted (2012), una discreta comedia sobre un treintañero inmaduro y su inseparable osito de peluche parlanchín que se convirtió en el gran éxito de taquilla de la temporada recaudando casi 550 millones de dólares en todo el mundo.
Adalid de lo políticamente incorrecto, punta de lanza de la llamada comedia desmadrada USA, Seth MacFarlane ha sabido engendrar un fértil universo de delirantes gags, parodias mordaces y chistes groseros basados en el sexo y en la escatología. Pero a diferencia de los hermanos Farelly y de Sacha Baron Cohen, existe en él una inteligente y sana intencionalidad crítica que desmitifica el aspecto más sagrado de lo socialmente aceptado.
Ejemplo paradigmático es Mil maneras de morder el polvo, una ambiciosa parodia del western clásico que se burla de la tosca idealización del Oeste americano y los ancestrales convencionalismos del género. De cuidada factura técnica, con encuadres y una fotografía impecables que recuerdan sus títulos más emblemáticos, el film narra -no obstante- una simple historia de superación personal al mostrar el aprendizaje de un torpe pastor de ovejas en el manejo de las armas para enfrentarse en un duelo con el nuevo novio de su expareja, recibiendo las enseñanzas de una misteriosa y hermosa joven, en realidad mujer de un peligroso forajido.
Mil maneras de morder el polvo resulta un liviano pasatiempo -por no decir una injuriosa pantomima para los aficionados al cine del Oeste-, que peca de avanzar a trompicones y no trascender la mera caricatura, pero para sus seguidores, que los tiene, es Seth MacFarlane en estado puro.
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