(1) MI OTRO YO, de Isabel Coixet.

ACOSO ESPECTRAL
Inesperada y deslucida incursión en el género terrorífico de Isabel Coixet, la otrora punta de lanza del cine de autor patrio, quien escribe y dirige el guión adaptado de la novela Another Me de la escritora escocesa Cathy MacPhail. Alejándose de sus temáticas predilectas y de su estilo personal e intransferible, Mi otro yo es un discreto relato juvenil que narra, en clave fantasmagórica, la crisis personal de una joven que se siente acosada por alguien que se le parece y que poco a poco va usurpando su identidad ante los demás. Una aproximación más al ampliamente tratado tema del “doble”, cuya cosecha esta temporada la forman Enemy (2013) y The Double (2013).
Desgraciadamente, apenas atisbo el fértil e intenso universo psicológico que muestra la realizadora catalana en el resto de su filmografía, especialmente la de su mejor época que coincide con sus valiosas Cosas que nunca te dije (1996), Mi vida sin mí (2003) y La vida secreta de las palabras (2005), auténticos tratados sobre los sentimientos humanos. Cierto es que la construcción de personajes es manifiestamente superior al de las películas homólogas estadounidenses, pues la acción se contextualiza dentro de una tragedia familiar de cierto calado. De hecho, Mi otro yo se enriquece en aquellos momentos que reflejan el desmoronamiento de la unidad familiar por la enfermedad invalidante del padre y la infidelidad de la madre, cuando podemos reconocer a la mejor Isabel Coixet, aquella que juega con los silencios y las miradas cómplices de sus criaturas.
Al principio parece que Mi otro yo se inspire en el thriller psicológico al más puro estilo de Cisne negro (2010) ya que, en ambos títulos, las protagonistas se encuentran inmersas en una importante función cuando se ven puestas a prueba por fuerzas de carácter aparentemente paranormal. En el caso de Fay, metida en la piel de Lady Macbeth en una obra teatral del instituto sobre la archiconocida obra de Shakespeare. Conforme avanza la trama, sin embargo, la directora se decanta por transitar la senda del cine de horror más convencional.
Y es que mención aparte merece su trama principal, una típica historia de siniestro acoso espectral contada a golpe de efecto, concatenación de sustos, abuso de lo onírico y el recurso a socorridos lugares comunes de este tipo de films: rostros que aparecen en espejos, columpios que se balancean solos, luces que se apagan oportuna y maliciosamente, etc.
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