(1) LOS REYES DEL VERANO, de Jordan Vogt-Roberts.

UNA CABAÑA EN EL BOSQUE
En este primer largometraje de Jordan Vogt-Roberts resuenan los ecos lejanos de Tom Sawyer y de Huckleberry Finn, los famosos personajes del novelista Mark Twain cuyas andanzas se han convertido aquí en película independiente USA, una mezcla de comedia de mozalbetes y relato de aventuras que pretende mostrar el tránsito de la adolescencia a la juventud, una etapa tan fugaz como preñada de cambios y de incertidumbres personales.
Pero el guionista Chris Galletta y el realizador han traicionado, con su mirada cargada de nostalgias y de complacencias, la verdad de esos años difíciles dominados por las aparentemente contradictorias pulsiones que basculan entre el instinto gregario y el gusto por el aislamiento.
En esta ocasión, las peripecias de tres muchachos que escapan de sus autoritarias familias para esconderse en una cabaña del bosque y vivir plenamente libres, superando a su manera los problemas de supervivencia, aparecen lastradas por una excesiva idealización —visión edulcorada de la Naturaleza, del aspecto físico, de los primeros amores, de los conflictos paterno-filiales, de la inmadurez sexual, etc.— configurando un film tan convencional como gratificador —por ejemplo, ¿con qué dinero y con qué conocimientos técnicos construyen la casa?—, con diálogos y situaciones muchas veces poco rigurosas y verosímiles, que desembocan en un final feliz que viene a considerar la experiencia estival de los protagonistas como una catarsis: los chicos adquieren una mayor conciencia y responsabilidad mientras sus padres se percatan de que ya no son unos niños. Y, así, todos contentos.
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