(2) X-MEN: DÍAS DEL FUTURO PASADO, de Bryan Singer.

LA ENCRUCIJADA DE LOS MUTANTES
Vista con la suficiente perspectiva, la extensa franquicia mutante cinematográfica de Marvel ha logrado esquivar su declive conciliando la fiel traslación del cómic de la trilogía inicial, fundada por el propio Singer, con el acertado reboot que supuso X-Men: primera generación (2011) de Matthew Vaughn y los spin-offs en solitario de Lobezno. Aún así, el seguidor del sello X en la gran pantalla puede confundirse ante tanto título que impide una visión de conjunto que integre personajes e historias en un mismo contexto. Esa es la función de X-Men: Días del futuro pasado, reunificar y dar un sentido global y unitario a un grupo autónomo del Universo Marvel.
Y lo hace a lo grande, bajo el formato de un grandioso blockbuster atiborrado de reconocidas estrellas, un relato épico y un nivel de efectismo digital reservado a producciones de talla king size. X-Men: Días del futuro pasado basa su trama en aquella saga urdida por Chris Claremont y dibujada por John Byrne en los números 141 y 142 de Uncanny X-Men, aparecidos allá por 1981, en la que se describía un futuro aciago para unos hombres y mujeres X que, diezmados por unos temibles centinelas, recurrían a los poderes psíquicos de Rachel Summers, la hija de Scott Summers y Jean Grey, para enviar la consciencia de Kitty Pride al pasado en un intento de evitar el asesinato de un senador llamado Kelly que supondría el principio del fin para el mundo mutante.
Cambiar el pasado para modificar el curso de la historia y evitar así una guerra que llevará a los mutantes a la extinción. Esta es la premisa central de la película que dirige Bryan Singer, que regresa a la franquicia tras dirigir sus dos primeras entregas. X-Men: Días del futuro pasado adapta la esencia de la citada saga con un amplio margen de libertad, cambiando papeles entre personajes y modificando relaciones entre ellos, sirviendo así a la legibilidad y autonomía del conjunto y a su sentido del espectáculo. En ese sentido, reagrupa merced a la trama temporal a las dos generaciones de mutantes que conocimos y obvia numerosas decisiones tomadas en entregas anteriores, especialmente en X-Men: La decisión final (2006).
Su conclusión, demasiado forzada incluso para tratarse de una descarada estrategia comercial, supone un auténtico borrón y cuenta nueva de toda la franquicia X, al arreglarse el desaguisado cronológico en un apacible presente donde están todos los miembros de la Escuela Xavier para Jóvenes Superdotados dispuestos a iniciar una nueva andadura sin las ataduras de las películas precedentes.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.