(2) METEORA, de Spiros Stathoulopoulos.

AMOR SACRO Y AMOR PROFANO
Una modesta y sencilla película que evoca las obras de Dreyer o de Malick en cuanto a su búsqueda de una síntesis entre misticismo religioso y corpórea humanidad, en este caso sirviéndose del amor entre un monje ortodoxo griego y una monja ortodoxa rusa, cuyos monasterios vecinos están situados en lo alto de escarpadas montañas.
Este segundo largometraje de Spiros Stathoulopoulos, un griego afincado en Bogotá, que va acompañado por música gregoriana, establece su discurso aprovechando la obligación del celibato para los frailes y las monjas del cristianismo oriental —no así para el clero regular—.
El rodaje tuvo lugar en la región de Tesalia, en un paraje declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, donde Theodoro y Urania se dirigen llamadas de amor, tienen encuentros secretos, recurren a la masturbación y acaban consumando sexualmente su atracción mutua.
El realizador procura mantenerse neutral ante la historia narrada, una lucha personal entre fe y deseo, entre erotismo y culpa, entre disciplina y libertad, utilizando breves diálogos, secuencias de animación -con dibujos de inspiración medieval-, incluyendo el mítico laberinto griego, y arropando la trama con referencias a la liturgia cristiana ortodoxa, al ascetismo monacal, a los iconos bizantinos (el bien) frente a imágenes simbólicas tenebristas que parecen sacadas de “El Bosco” (el mal), sin olvidar el contraste de la sencilla vida de los campesinos, con sus plantas, sus ovejas y sus canciones tradicionales.
Película hecha con intenciones poéticas a juzgar por la belleza de los encuadres, la larga duración de los planos y la dimensión panteísta de los paisajes naturales.
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