(1) TARZÁN, de Reinhard Klooss.

ENÉSIMA VERSIÓN DEL REY DE LOS MONOS
Sin duda, lo que más llama la atención de esta enésima versión animada del famoso personaje creado por Edgar Rice Burroughs es su magnífica factura visual, utilizando la técnica de «captura de movimiento» con actores reales combinada con unos escenarios hiperrealistas dotados de gran belleza. El resultado es espectacular tanto en el grado de detalle y la calidad de la imagen como en la naturalidad de los movimientos de los personajes.
Sin embargo, esta producción germano-franco-estadounidense no aporta nada novedoso al tan manido relato del escritor de género fantástico estadounidense, sin distinguirse de los numerosos films anteriores que retratan a nuestro guapo y apuesto héroe. De hecho, nos encontramos ante una pobre y rutinaria historia de este humano criado en la naturaleza tras sobrevivir a un accidente de avión en el que murieron sus padres, enfrentándose a un malvado ejecutivo de Greystoke Energies que pretende explotar un yacimiento mineral en plena selva africana. El discurso ecologista y la trama romántica dotan de un poco más de chicha a la película, sin lograr trascender el mero entretenimiento infantil.
Afortunadamente, Reinhard Klooss se abstiene de antropomorfizar los animales de la jungla y, peor aún, de insertar cursis canciones que interrumpen la narración, alejándose de la alargada sombra de Disney. Pero este Tarzán no alcanza la entidad suficiente para considerarlo una destacable animación.
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