(1) GODZILLA, de Gareth Edwards.

VUELVE GOJIRA
Nacido en el albor de la era atómica, reciclando el trauma de las bombas de Hiroshima y Nagasaki en simpáticos productos populares de entretenimiento, el famosísimo monstruo de los estudios Tōhō es, sin duda, el icono más reconocible de la cultura japonesa del siglo XX, fundador de un subgénero específico, el kaiju-eiga, que está viviendo actualmente un proceso de renovación de la mano de Hollywood fusionándolo con la monster movie surgida de la mítica serie B de los años 40 y 50 de la pasada centuria.
Godzilla apareció en pantalla por primera vez en la película Godzilla, Japón bajo el terror del monstruo (1954), y desde entonces ha aparecido en 28 películas japonesas y en dos recientes remakes homónimos, uno completamente estadounidense dirigido por Roland Emmerich en 1998, carente de interés, y la presente coproducción entre Estados Unidos y Japón, que recupera elementos esenciales del personaje, comenzando por su aspecto original y su condición de antihéroe al adaptar aquí el papel de defensor de la Humanidad frente a otros monstruos, el mismo que asumió a medida que iba enfrentándose a otras amenazas tan o más peligrosas que él mismo en su franquicia nipona.
Fiel al cine de monstruos actual, que combina un gran angular para ambientar un escenario apocalíptico y un teleobjetivo para enfocar la narración en pequeñas historias personales, Godzilla no puede evitar inspirarse en films recientes para adoptar tanto la espectacularidad propia de un blockbuster palomitero —Pacific Rim (2013)— como la perspectiva subjetiva de un drama insertado en una película de catástrofes —Monstruoso (2008)—, dando como resultado un entretenido relato con cierto aire nostálgico que apela a nuestra capacidad de asombro en esta época de escepticismo por el abuso de la realidad virtual.
Gareth Edwards ya poseía experiencia en la materia, configurando una discreta crónica romántica en un contexto apocalíptico en Monsters (2010). El realizador logra despertar nuestra curiosidad con una sabia justificación del origen del monstruo basándose en la carrera atómica y las pruebas nucleares que se sucedieron desde la inmediata post-guerra. Sin embargo, posteriormente se adentra en una narración más convencional donde se muestra el enfrentamiento entre monstruos mientras la Humanidad sufre impotente el ataque de éstos. Afortunadas escenas, de gran impacto visual, amenizan un relato de dos horas de duración cuyo final, excesivamente ñoño y simplón, anticipa una futura entrega con Godzilla convertido en nuestro campeón.
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