(3) MOLIÈRE EN BICICLETA, de Philippe Le Guay.

EL VENENO DEL TEATRO
Del realizador Philippe Le Guay sólo conocíamos la apreciable comedia Las chicas de la sexta planta (2010), un obra coral que lograba fundir sutilmente sentimientos e ideas. Su último film toma como pretexto la sátira El misántropo (1666) del célebre comediógrafo francés Molière (1622-1673), en la que enfrenta a dos personajes opuestos: Alceste —un moralista intransigente que fustiga y huye de la corrupción social— y Filinto —un ser tolerante y altruista que cree en la redención humana—. Los expertos literarios destacan en las obras de Molière su diversidad de prototipos, la búsqueda de un cierto realismo psicológico y la utilización de un lenguaje llano, alejado del pedante rebuscamiento propio del siglo XVII.
En la película se narra el duelo, en tiempos actuales, entre dos famosos actores que pretenden montar la citada pieza de Molière en la isla atlántica de Ré, donde a lo largo de una semana el depresivo y retirado Serge (Fabrice Luchini) y el brillante Gauthier (Lambert Wilson) ensayarán sus diálogos, analizarán los personajes de la obra escénica y mostrarán sus momentos de vanidad, su pasión por los escenarios y su fascinación por la palabra, así como el carácter de su profesión, con frecuencia ligada a la inseguridad en el trabajo y en las ganancias.
El relato se enriquece con referencias a la banal fama que otorga la TV —un pésimo serial de médicos—, asistimos a las primeras lecturas e improvisaciones de los protagonistas, viendo como van tomando forma los personajes gracias a un mágico proceso creativo —que incluso permite el intercambio de papeles— y la obra se moderniza con la presencia de una joven actriz que aspira a convertirse en estrella del porno y la de una divorciada italiana que desea vender su casa para olvidar su pasado, facilitando ello una relación triangular que aprovecha Le Guay para rendir homenaje al Jules et Jim (1961) de François Truffaut, incluyendo su mismo acompañamiento musical.
El guión de Molière en bicicleta es fruto de las discusiones y puntos de vista contrapuestos entre Fabrice Luchini y Philippe Le Guay en torno a los personajes, las características y el sentido de El misántropo, habiendo chocado el escepticismo del actor con el ingenuo optimismo del cineasta, apelando a diversas citas de artistas e intelectuales y dando relevancia en la banda sonora a la hermosa canción La bicyclette (Yves Montand), que ya utilizó Sigfrid Monleón en su película del mismo título.
Y una última recomendación: recuperen y disfruten la extensa biografía fílmica Molière que Arianne Mnouchkine realizó en 1978.
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