(3) CRÓNICAS DIPLOMÁTICAS: QUAI D´ORSAY, de Bertrand Tavernier.

SÁTIRA POLÍTICA FRANCESA
Adaptación al cine de la novela gráfica Quai d´Orsay (2010), de Christophe Blain y Antonin Baudry —éste ha plasmado en la historieta sus propias experiencias laborales—, que trabajaron también como guionistas colaborando con el admirado Bertrand Tavernier para realizar una sátira política rebosante de refinada ironía francesa sobre la cara oculta de la gestión gubernamental y, concretamente, sobre el funcionamiento de las entrañas administrativas del ministerio de Asuntos Exteriores, con el titular de la cartera rodeado de una legión de funcionarios, asesores, expertos y consejeros.
El núcleo de actividades del departamento ministerial está constituido por los criterios y las operaciones relacionadas con la diplomacia —hay actuaciones relativas a la ONU, a los países africanos, a los Estados Unidos, a los países europeos vecinos, a la Asamblea Nacional, etc., incluyendo el uso de nombres de países inexistentes—, una ocupación de burócratas y de tecnócratas que aplican sus conocimientos y su pericia en las relaciones internacionales para camuflar con grandes principios universales los particulares intereses nacionales. Pero, en esta ocasión, esta digna y antigua profesión aparece lastrada por las miserias personales —manías, obsesiones, rutinas, tópicos, discursos fofos, citas culturalistas, vanidades, envidias y mezquinas rencillas— de sus ejecutores.
La película puede decepcionar a no pocos espectadores españoles porque en ella no sólo no hay contacto alguno de los políticos con los electores y con sus necesidades cotidianas sino además tampoco hay diferencias ideológicas en las razones de las derechas y las izquierdas. Por eso, desde nuestra perspectiva, sorprende tanto la insistencia en tontas menudencias personales como la ausencia de criminales prácticas como el cinismo, las mentiras y la corrupción. Quizás ese sea el motivo —para evitar tener que señalar con el dedo— de que este género no tenga arraigo en España. Crónicas diplomáticas: Quai d´Orsay se nos presenta, así, como un juego de humor versallesco dominado por la banalidad, la superficialidad y el tono de farsa en torno al ministro Alexandre Taillard de Worms cuya praxis sintetiza el “buen rollo”, la neurosis y el oportunismo y cuyos principios se materializan en el tríptico “legalidad, unidad y eficacia”.
En realidad se trata de un film coral, con un equipo de colaboradores ministeriales entre los que destaca Arthur Vlaminck, un asesor lingüístico —encargado de redactar los discursos del jefe— cuya vida privada en pareja subraya en contraste entre la vida cotidiana y el desmadre ministerial.
La película muestra con cierto detalle los mecanismos del poder y la seducción que ejerce, así como la esencia de las relaciones públicas: la búsqueda de la efectividad comunicativa entre el político de turno y las demás naciones o los propios ciudadanos, sin que importe tanto la racionalidad y la verdad como el logro de resultados inmediatos y satisfactorios.
En el inicio de cada secuencia aparece una cita o sentencia del filósofo griego Heráclito —siglo V antes de Cristo— que poco tiene que ver con el concreto contenido narrativo del capítulo correspondiente, lo que me permite creer en una broma más de los autores del relato al utilizar frívolamente el prestigio cultural del pensador heleno.
Una vez más, discreta y funcional la música de Philippe Sarde, un asiduo colaborador de Bertrand Tavernier.
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