(5) AL NACER EL DÍA, de Goran Paskaljevic.

LA MEMORIA HISTÓRICA SERBIA
Éste es el noveno largometraje que hemos tenido oportunidad de conocer del excelente realizador Goran Paskaljevic, autor de los magistrales El polvorín (1998) y Honeymoons (2009), una pequeña joya que me ha impresionado tanto por su riqueza de ideas como por la intensidad de sus sentimientos, más allá de la modestia de los medios utilizados en su producción, en la que ha participado también el propio director.
Seleccionada por Serbia para optar al Oscar a la mejor película de habla no inglesa, Al nacer el día hace referencia, en su título, a una canción empezada tiempo atrás por el padre del protagonista y completada en el presente por éste gracias a una partitura encontrada dentro de una caja enterrada y descubierta casualmente 70 años más tarde, una composición que hace una poética referencia al amanecer que traerá la resurrección de los muertos y consagrará la fraternidad entre los hombres.
El núcleo temático del film es el retorno al pasado -algunas imágenes rememoran hechos lejanos mezclando los tiempos- y la reivindicación de la memoria histórica, con una evocación del Holocausto de judíos y de gitanos a cargo de los nazis -el primer campo de concentración y exterminio fue instalado en el centro de Belgrado- , una tragedia colectiva de la que es víctima precoz el profesor de música jubilado Misha Brankov -impresionante interpretación del actor Mustafa Naderevic-, que se entera de que fue salvado y adoptado de niño por una familia campesina cuando sus padres fueron detenidos y gaseados por los alemanes.
Los 90 minutos de metraje constituyen una narración perfecta, con secuencias elaboradas con planos escasos en número pero dotados de una enorme precisión descriptiva y de gran fuerza expresiva, sin redundancias innecesarias, dejando al espectador que complete las sugerencias esparcidas a lo largo del relato. Por eso resulta tan amplio como profundo el tratamiento del tiempo y del espacio: el antiguo recinto ferial, el campo de prisioneros de la II Guerra Mundial y los terrenos baldíos en los que sólo puede verse en la actualidad el testimonio de una sencilla lápida.
Sorprende la complejidad del film, que rehuye todo esquematismo y que reclama a la vez un compromiso moral de condena contra el racismo y la xenofobia. Especial atención se presta a los asesinados por el fascismo pero también a los colaboracionistas serbios que propiciaron el crimen colectivo, que se extiende a la Guerra de los Balcanes de los años 90 y que amenaza con rebrotar en la actualidad. Un mural de verdugos y ejecutados, delatores y solidarios, concienciados e ignorantes con el que Al nacer el día lanza un grito apelando a la verdad y señalando la identidad de los exterminados más allá de las referencias generales a la “liberación nacional” y a la “revolución socialista”.
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