(2) PUSSY RIOT: LA PLEGARIA DEL PUNK, de Mike Lerner y Maxim Pozdorovkin.

PROTESTA GAMBERRA CONTRA PUTIN
A principio de los años 70 llegó a España, procedente de EE.UU., la elitista moda del happening (luego pasó a denominarse performance), consistente en una serie de “acciones” de carácter artístico o teatral que se realizaban por sorpresa en lugares públicos con el fin de protestar contra una injusticia o de provocar la indignación de las mentes más conservadoras. Las intervenciones solían ser cortas, hasta que llegara la policía, antes de intentar escapar.
La idea la inventaron los “dadaístas” contra los burgueses de principios del siglo XX y llegó hace unos pocos años a Rusia, donde la iglesia ortodoxa y el gobierno de Putin forman una alianza autoritaria que priva al país de derechos humanos e impide la libertad de expresión como consecuencia de una singular concepción del nacionalismo y de la democracia.
Este documental, elaborado durante seis meses con variados materiales de archivo y con filmaciones en directo, nos muestra las actividades del Colectivo feminista y anti-sistema “Pussy Riot” (traducible por “El motín del coño”), cuyo grupo musical formado por las jóvenes Nadia, Masha y Katia ocuparon el altar de la catedral moscovita de Cristo el Salvador, a inicios de 2012, para entonar durante 40 segundos unas estrofas punk que irritaron grandemente a los devotos asistentes a una misa. El film relata el juicio contra las acusadas y su condena a dos años de reclusión por alterar el orden público, aunque fueron indultadas unos meses más tarde en vista de la negativa repercusión que el asunto había tenido en el mundo entero.
Las tres rebeldes -representantes de una nueva generación crecida tras la disolución de la URSS- se habían empapado de cultura occidental, especialmente a través de libros y discos de autores progresistas. Pero el carácter oportunista del documental y la falta de rigor de sus postulados se manifiesta en las contradictorias citas históricas que se hacen sobre la etapa comunista: desde la rica vanguardia artística de los años 20 y el injustificado derribo de la catedral moscovita en 1931, reconstruida tras la debacle soviética, hasta los arbitrarios y sangrientos juicios estalinistas de disidentes en 1936-1937. Es decir, muchos datos pero pobres criterios.
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