(2) LA GRAN ESTAFA AMERICANA, de David O. Russell.

TIMADORES, POLICÍAS, MAFIOSOS Y POLÍTICOS
Cargada de premios, aspirante a otros prestigiosos galardones y con audiencias millonarias, confieso que esperaba mucho más de La gran estafa americana, un film bastante artificioso y superficial pese a estar inspirado en sucesos reales acaecidos en 1978 en la costa este de Estados Unidos. Se trata de un caso de soborno de políticos en el que el FBI utilizó a verdaderos timadores como anzuelo —en la legislación española, sin embargo, está prohibida la provocación del delito— aunque no nos encontramos ante el típico cine de “denuncia” sino más bien de género, un poco aguado en este caso porque el núcleo temático está hinchado con escenas intrascendentes, con situaciones de comedia y personajes de relleno, para alcanzar los 137 minutos de duración
La gran estafa americana aparece en las carteleras en unos tiempos de corrupción y de fraudes financieros, y lo hace inmerso en una moda “retro” que parece imponerse de nuevo, pero el talento de David O. Russell —cuyos mejores trabajos son Flirteando con el desastre (1996), Extrañas coincidencias (2004) y El lado bueno de las cosas (2012)— es limitado, con más oficio que imaginación, por lo que cabe destacar especialmente la acertada labor de los actores —Jennifer Lawrence, Christian Bale, Amy Adams y Bradley Cooper—, con un pequeño papel alimenticio a cargo de de Robert De Niro, que ya da pena ver en pantalla desperdiciando su enorme talento
Hay una acertada ambientación y vestuario de los años 70 además de una descripción de las relaciones amorosas y familiares que no hubiera sido posible en la puritana industria hollywoodense de décadas atrás pero que la actual ha sustituido por otras más osadas en apariencia pero igualmente convencionales y tolerables por el público como se percibe en su desenlace, bastante feliz y acomodaticio
En la película se “comprenden” las tropelías de los protagonistas, tratados como “supervivientes”, y apenas se profundiza en la estafa como el arte de la interpretación, de la simulación, orquestado para seducir a alguien y apoderarse de sus pertenencias. Para alcanzar el nivel de una relevante película sobran aquí muchos de los trucos de guión utilizados.
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