(4) A PROPÓSITO DE LLEWYN DAVIS, de Joel y Ethan Coen.

EL JOVEN DE LA GUITARRA
La música folk estadounidense, de carácter étnico y de raíces populares, es considerada una original aportación de la parte este del país, creada por artistas blancos de origen rural pero afincados en las grandes ciudades, autores de canciones ligadas a los valores de la izquierda, vehículos de denuncia de las injusticias sufridas en su entorno social.. El itinerario de sus cultivadores fue largo: desde el sindicalista ajusticiado Joe Hill hasta los triunfadores Bob Dylan y Leonard Cohen pasando por Pete Seeger, Woody Guthrie, Joan Baez y docenas de practicantes sumidos en el anonimato. Entre ellos había gente procedente de la clase obrera pero también intelectuales progresistas. Y no hay que confundir el folk con el estilo country, elaborado por blancos conservadores y patrioteros de quienes hizo un corrosivo relato político Robert Altman en Nashville (1975).
Basado en un personaje que existió realmente, A propósito de Llewyn Davis ganó el Premio Especial del Jurado en el último festival de Cannes y narra las andanzas de un músico de Greenwich Village (Nueva York) durante una semana del invierno de 1961, con una breve y fallida escapada laboral a Chicago. El film refleja el clima dominante en la década de los 50 y principios de los 60, una época de transición entre distintos estilos y trayectos laborales, presentando a Llewyn Davis como un cantante de folk puro y fracasado, encarnando el lado opuesto al tan cacareado “sueño americano”, el del éxito, la fama y el dinero en unos años de gran desarrollo económico y de alto nivel de consumo de los Estados Unidos.
El protagonismo es, pues, un cantautor del montón, ejemplo paradigmático de perdedor, que no acaba de encontrar su sitio ni en lo personal ni en lo profesional pese a haber grabado un disco promocional formando dúo con un compañero. Su música no interesa ni al público, ni a los promotores ni a las discográficas. Sus escasas actuaciones tienen lugar en lúgubres bares, a veces medio vacíos, ocupados por bebedores alborotadores e indiferentes además de algunos turistas curiosos. Cuando no había un salario pactado, escaso, se pasaba la gorra apelando a la generosidad de los asistentes. Los que empezaron a triunfar entonces eran las figuras del pop-rock y las de algunas variantes del jazz.
Los jóvenes cantantes de folk más puro y auténticos, solistas aficionados con sus guitarras sin electrificar, no ocultaban la influencia de los primitivos blues y de las antiguas baladas anglo-irlandesas, pero eran considerados unos bichos raros ajenos a toda modernidad y difusión comercial. En la película podemos ver un amplio espectro de tipos humanos, de oficios, de concepciones musicales y de formas de hacer negocio, llegando incluso a apreciar la huella existencial dejada por la generación beat fundada por Jack Kerouac y su libro En el camino.Todo lo apuntado aparece en el magnífico film de los hermanos Coen, contado con una admirable perfección narrativa —encuadres, dirección de actores, ritmo, etc.—. Estos singulares cineastas se habían ocupado ya con frecuencia del lado más triste y más gris de la opulenta sociedad estadounidense, con personajes que deambulan entre la marginalidad, la rareza y la extravagancia.
Verdadero cine “de autor” —los hermanos Coen son aquí guionistas, productores, realizadores y montadores—, A propósito de Llewyn Davis, lejos de las convenciones argumentales y artificios técnicos del Hollywood más tradicional, presenta una estructura narrativa circular —la primera y última escena son idénticas pero vistas desde diferentes perspectivas— para sugerir un mundo cerrado, sin salida, que es el de una música para minorías y sin posibilidad de un éxito masivo.
Protagoniza el relato el actor Oscar Isaac en una memorable actuación rebosante de autenticidad, y “los conocedores” disfrutarán de una selecta banda sonora que incluye canciones de diversos especialistas en la música folk USA.
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