(2) LA VIDA SECRETA DE WALTER MITTY, de Ben Stiller.

EL IDEALISMO EN TIEMPOS DE FRÍA LÓGICA CORPORATIVISTA
En un meritorio cambio de registro, el polifacético Ben Stiller abandona su faceta cómica más tontorrona asumiendo las funciones de director y actor principal de La vida secreta de Walter Mitty, una digna adaptación cinematográfica del relato homónimo de James Thurber, publicado en 1939. Con esta cinta busca congraciarse con aquellos que le encasillan de titiritero, tratando de conseguir un resultado mucho más serio sin el repertorio caricaturesco al que sus personajes nos tienen acostumbrados.
Alejada de la primera versión de Norman Z. McLeod, realizada en 1947 a mayor gloria de Danny Kaye, que no gustó al escritor estadounidense al eludir su contenido crítico y proponer la resignación como única vía de afrontar las estrecheces propias de la posguerra, la actualización de la citada obra literaria se me antoja un entretenido cuento contemporáneo que, mezclando continuamente realidad y fantasía, nos anima a enfrentarnos a nuestros temores y hacer realidad nuestros sueños en el peliagudo contexto económico presente.
Walter Mitty es un gris oficinista encargado del archivo gráfico de la revista Life que compensa su monótona existencia y su tímida personalidad con una imaginación desbordante, que le hace desconectar durante unos segundos del “aquí y ahora”. Animado por una compañera de trabajo de la que está platónicamente enamorado, se embarca en un viaje lleno de aventuras, que sobrepasarán cualquiera de sus anteriores fantasías, buscando un preciado negativo perdido que se supone guarda un prestigioso fotógrafo —breve aparición de Sean Penn, totalmente desaprovechado en la película— para ilustrar la última portada de la versión en papel de la mencionada publicación.
Son ciertas y justificables las críticas vertidas a La vida secreta de Walter Mitty por su condición de “manual de autoayuda” con moraleja incluida: por muy triste y solo que te sientas, debes salir de ti mismo/a y aprender nuevas experiencias dejando atrás el conformismo. Pero el espíritu Capra no es en sí mismo negativo y mucho menos en estos tiempos aciagos que vivimos. De hecho, proponer el idealismo y apelar a la bondad humana bajo el actual yugo de la fría lógica corporativista me parece auténticamente revolucionario. Como lo fue en su momento el discurso de Frank Capra en el Hollywood de los años 30 y 40 del siglo pasado.
Sí, la película de Ben Stiller es capriana, porque en ella aparece una persona normal o anodina que se ve enfrentada a algún acontecimiento extraordinario o incluso fantástico que hace cambiar su vida. Es un film bañado de un tono de comedia amable y que bordea el límite del sentimentalismo, aunque sin caer en él y superando su aparente intrascendencia en un producto solvente técnica y artísticamente hablando.
Aventuras, comedia, drama… Inclasificable en esencia, La vida secreta de Walter Mitty es un entretenido pasatiempo con un acabado equilibrado y elegante que nos reconcilia con esas comedias “buenrollistas” porque sin tomarnos por tontos logran tocarnos nuestra fibra sensible.
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