(4) DE TAL PADRE, TAL HIJO, de Hirokazu Kore-eda.

VÍNCULOS DE SANGRE Y LAZOS DE AFECTO
Con este material dramático el cine mexicano de los años 40 y 50 hubiera dado pie a un tremebundo folletín, pero el cineasta japonés Hirokazu Kore-eda, del que hemos visto estrenadas cinco películas —de entre ellas las magníficas Nadie sabe (2004) y Still walking (2008)—, nos ha propuesto una admirable obra premiada por el Jurado del pasado Festival de Cannes.
Preocupado por temas relacionados con la paternidad y la infancia, el realizador nipón utiliza el socorrido referente argumental del intercambio de bebés en un hospital tras el parto simultáneo de dos mujeres para plantear seis años más tarde la vieja cuestión de si la relación entre hijo y padre, cuyo papel biológico se limita al breve momento de la cópula, se asienta en razones de consanguinidad y de genética o es más decisiva la convivencia y la consolidación de un afecto mutuo. No olvidemos que en Japón, tras la última guerra, hubo muchísimas adopciones de niños huérfanos.
Pero De tal padre, tal hijo, realizado con un estilo sobrio y directo, constituye un sólido relato lleno de anotaciones sobre la función paterno-filial que permite al espectador que saque sus propias conclusiones. Kore-eda ha combinado inteligencia y sensibilidad para mostrar el diverso comportamiento de dos familias y lo ha hecho con una mirada que recurre tanto a datos sociológicos como a detalles psicológicos poniendo de relieve el contraste entre la cálida espontaneidad del modesto tendero y la fría suficiencia del brillante arquitecto.
Decorados, gestos y palabras —captadas por una cámara convertida en lúcido testigo— no sólo retratan en profundidad a los personajes sino también la escala de valores dominante en la moderna sociedad japonesa —trabajo, éxito, dinero—, lamentando que no se dedique el tiempo necesario a estar con los niños, porque lo más importante es la compañía y el flujo de sentimientos. Muestra de la cordial generosidad que el cineasta confiere a la película es la positiva evolución del protagonista adulto, un padre que va madurando hasta asimilar finalmente la especial relación entre las dos familias. Porque lo que importa realmente es el amor, el respeto y la dedicación de los hijos.
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