(4) 12 AÑOS DE ESCLAVITUD, de Steve McQueen.

EL VALOR DE LA LIBERTAD
Del realizador británico afincado en Estados Unidos Steve McQueen sólo conocíamos Shame (2011), un interesante film sobre la adicción al sexo, y ahora se encarama al Olimpo de los cineastas con 12 años de esclavitud, una adaptación del libro autobiográfico de Solomon Northup, un ciudadano negro libre residente en el estado de Nueva York, con una insólita preparación cultural y formación musical, que fue secuestrado y vendido por traficantes de esclavos, yendo a parar a diversas plantaciones de algodón y de caña de azúcar en Luisiana hasta que fue localizado y rescatado, pudiendo regresar con su esposa e hijos.
Su cautiverio, que puso a prueba su resistencia física y psicológica, tuvo lugar entre 1841 y 1853, teniendo en cuenta que la esclavitud no fue abolida en su país hasta 1865, porque el sistema basado en la propiedad de mano de obra sin derecho alguno fue una cuestión de intereses económicos y eso explica la oposición de los estados agrícolas sudistas a la emancipación de los siervos.
Las memorias de Solomon Northup causaron una gran impresión en la sociedad estadounidense anterior a la Guerra de Secesión (1861-1865) y 12 años de esclavitud la provocará seguramente ahora porque representa un hito diferencial respecto al habitual “cine sobre negros” que suele presentar a éstos como de naturaleza graciosa y divertida, como dignos de compasión en un alarde de mala conciencia o como personas con unos rostros y unos cuerpos de una perfección poco común.
Esta vez, incluso con un final feliz ensombrecido por la absolución judicial que lograron los traficantes, estamos ante un film de alta calidad por dos razones fundamentales: 1) porque evita el tono lacrimógeno de una historia esencialmente melodramática gracias a una admirable sobriedad narrativa que genera las emociones sin excesos sensibleros. Y 2) porque frente a la acostumbrada división entre buenos y malos, despliega un planteamiento complejo y realista de los conflictos, ya que cada personaje tiene sus propias características, con sus virtudes, defectos y contradicciones.
A destacar, entre otras, una reflexión que evidencia la honestidad de sus pretensiones: se aborda el dilema moral de si es más digno e inteligente rebelarse hasta morir o soportar los tormentos de la servidumbre y obedecer al amo como estrategia para sobrevivir, como también sucedería con los judíos en el Holocausto nazi.
Impresiona gratamente la pericia narrativa de Steve McQueen, que engancha al espectador con nítidos planos descriptivos de los ambientes y con escenas de fuerte dramatismo. Hay además una magnífica dirección de actores y aunque los más conocidos sean Brad Pitt, Michael Fassbender, Benedict Cumberbatch y Paul Giamatti, debe destacarse la excelente labor interpretativa de Chiwetel Ejiofor, protagonista y eje del relato.
Gran talento demuestra el realizador también al describir la pérdida de libertad de Solomon con una serie de flash-backs que muestran el enorme contraste entre el disfrute de los derechos por los ciudadanos soberanos y la condición inhumana, de animales de carga objeto de crueles castigos, de los negros sometidos a la esclavitud.
Una película, en definitiva, muy recomendable.
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