(3) LORE, de Cate Shortland.

EL OCASO DE LOS DIOSES
El presente film es el segundo largometraje de la realizadora australiana Cate Shortland, quien adapta la novela The Dark Room de Rachel Seiffert abordando el tema de la trágica infancia en Alemania durante e inmediatamente después de la II Guerra Mundial, como ya hicieran en 1948, desde otros puntos de vista y en un Berlín convertido en ruinas, Roberto Rossellini en Alemania, año cero y Fred Zinnemann en Los ángeles perdidos.
Coproducción germano-británico-australiana, con buena acogida en los festivales de Valladolid y de Locarno, Lore es contada desde el punto de vista de su adolescente protagonista, hija de un oficial genocida de la Gestapo y de una madre ferviente militante nazi, que son arrestados por los aliados tras la derrota del III Reich.
La película narra el largo y difícil viaje, en 1945, de Lore y sus cuatro hermanos pequeños hasta el domicilio de su abuela en Hamburgo, surgiendo en este itinerario una serie de obstáculos convertidos en cuestiones clave: el fuerte arraigo de la ideología nazi en el pueblo alemán —desprecio de los débiles, obediencia ciega al führer, odio a los judíos, sacrificio total por la patria, etc.—, el fanático adoctrinamiento que perduró más allá del derribo del régimen totalitario, la miseria y el miedo generalizado, el incómodo descrubrimiento del Holocausto, la lenta reconversión del pueblo a la democracia y la tolerancia, el choque entre el rechazo y la nostalgia del vencido nacionalsocialismo y, en suma, la diversidad de actitudes individuales dirigidas a procurarse la supervivencia.
Lore es también el camino simbólico que lleva desde el mito irracional a la conciencia humanista. Rodada en Alemania, en escenarios reales de la época retratada, la película pretende construir un relato testimonial objetivo, sin prejuicio ni opiniones explícitas, sobre una determinada época y unos acontecimientos históricos, dejando al espectador un amplio margen para que haga sus propias valoraciones que, no obstante, se desprenden claramente de las situaciones, personajes y diálogos planteados.
La cámara, fuertemente llevada a mano, rueda abundantes imágenes que muestran al detalle objetos, rostros y partes del cuerpo, sin olvidarse de los planos generales que determinan la ambientación. A mi juicio no acaba de alcanzar el film un nivel creativo de excelencia, pese a su indudable interés, por su excesivo apego al guión, convirtiendo la puesta en escena en una aplicada y rígida ilustración de ideas y conflictos establecidos de antemano.
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