(2) FROZEN: EL REINO DEL HIELO, de Jennifer Lee y Chris Buck.

UN CLÁSICO MODERNO
Tras atravesar una grave y prolongada crisis interna -en una doble faceta; creativa y económica- por el fallecimiento de su fundador, la Factoría Disney ha ido recuperando poco a poco su tradicional posición hegemónica con la llegada de una generación de animadores que asumieron que la adaptación a los nuevos tiempos era más una cuestión de forma que de fondo. Así, superando definitivamente su aversión por lo digital gracias a la fagocitada Pixar, Disney es capaz de combinar ahora la técnica más moderna con la esencia de los primeros clásicos abrazando ese formato sin renunciar alimaginario del típico cuento de hadas europeo.
24 años después de que otro personaje de Hans Christian Andersen devolviera el esplendor a la compañía con La sirenita (1989), Frozen: El reino del hielo ejemplifica lo afirmado anteriormente configurando uno de los “dibujos animados” marca de la casa más interesantes de los últimos años, logrando emocionar incluso al público adulto y rememorar su más tierna infancia.
Adaptación de La reina de las nieves, el cuento del escritor y poeta danés, Frozen: El reino del hielo recorre la senda ya transitada por el clásico moderno de Rapunzel bajo el título de Enredados (2010), recuperando el lado perverso del clásico cuento infantil. Tiene aventura, fantasía y humor, ingredientes habituales en este tipo de producciones; pero también se añade un trasfondo de advertencia a lo siniestro, a esa dimensión recóndita de la existencia en el que afloran los impulsos más primitivos, el odio, el terror y el dolor más desgarradores. En la línea de los cuentos para niños universales, la película muestra los efectos de un poder desatado e incontrolable, las intenciones pérfidas que se ocultan tras un rostro aparentemente angelical y las complejas relaciones de poder en el mundo de los adultos. Todo ello bajo la configuración de musical ya que los personajes demuestran sus emociones cantando en secuencias perfectamente integradas en el devenir de la historia.
Tres son los puntos fuertes de Frozen: El reino del hielo que la apuntalan como un film sólido y compacto: un guión que supera en complejidades conceptuales y en giros argumentales la visión más ñoña y simplista de la animación; una narración ágil que fluctúa inteligentemente para dirigir la atención y la emoción del espectador; y una puesta en escena prodigiosa tanto en el diseño de personajes y lugares como en un movimiento simulado de cámara que no agobia en ningún momento. El grado de detalle, la naturalidad del movimiento y la diversidad de texturas alcanzan niveles de filigrana técnica.
Finalmente, se agradecen algunas actualizaciones en cuestiones de rol de personajes que despojan al relato de anticuados convencionalismos. No solamente los personajes femeninos no son los floreros de antaño, sino que rompen estereotipos para enfrentarse a la versatilidad propia de las relaciones sentimentales actuales, en los que nadie asume papeles preconcebidos ni existen forzosos nexos de dominación.
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