(2) VIVIR ES FÁCIL CON LOS OJOS CERRADOS, de David Trueba.

STRAWBERRY FIELDS FOREVER
La última película de David Trueba me ha afectado especialmente porque en el verano de 1965 yo también recibí clases de inglés mediante la audición de las primeras canciones de The Beatles cuyas letras el profesor había transcrito escuchando sus primeros discos editados en España, dándonos luego los textos en copias escritas a máquina para su oportuna traducción. Yo ya era entonces admirador del grupo de Liverpool pues había visto el film ¡Qué noche la de aquel día! (1964), estrenado en enero de ese año en el cine Rialto de Valencia.
En Vivir es fácil con los ojos cerrados el protagonista es Antonio, encarnado por un solvente Javier Cámara, un profesor de inglés que utiliza el mismo método de enseñanza y que se traslada en 1966 a Almería en cuya sierra se encuentra John Lennon rodando Cómo gané la guerra (1967) para consultarle el sentido de algunas frases y sugerirle la conveniencia de incluir, en los discos de vinilo, las letras de las canciones. Allí elaboró Lennon, que atravesaba a la sazón una crisis personal y profesional, la hermosa composición Strawberry fields forever pero su película fue rechazada por la censura franquista y sólo pudo estrenarse en el Aula 7 de Valencia en 1971, ya que se trataba de una parodia antibelicista contada en clave surrealista.
Pero este viaje aparentemente “profesional”, inspirado en un hecho real, funciona como simple pretexto para que el director y guionista nos hable de una escapada hacia la libertad en medio de una España autoritaria y beata, inculta y mísera. No por azar, el maestro es presentado como un hombre “machadiano”, generoso y liberal, que recoge en autostop a dos jóvenes fugitivos rebeldes frente al sistema: una chica embarazada y un adolescente que se resiste a que le corten el pelo. Todo ello sin olvidar las referencias a la bomba nuclear caída en Palomares y el baño de Fraga, la escuela nacional con el crucifijo rodeado de los retratos de Franco y José Antonio, el maltrato infantil, etc.
Pero pese a la presencia como actores de Ramón Fontseré y a la colaboración de Jorge Sanz y de Ariadna Gil, Vivir es fácil con los ojos cerrados acaba decepcionando por la excesiva subordinación de muchas de sus secuencias al dictado de un guión lleno de buenas ideas pero aherrojado por personajes y situaciones demasiado previsibles. Me pareció también apreciar algunos fallos de raccord en la dirección del coche (¿hacia el sur?) respecto al mar y eché en falta la necesaria visión de los inmensos campos de fresas cubiertos de toldos de plástico. Muy acertada, en cambio, la música compuesta por Charlie Haden y Pat Metheny.
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