(2) RETORNADOS, de Manuel Carballo.

ACERTADA REVISIÓN DE LA TEMÁTICA ZOMBI
Desde que George A. Romero fundara la mitología zombi contemporánea en la clásica La noche de los muertos vivientes (1968), son centenares las películas, novelas y series de TV que han retratado, con mayor o menor fortuna, las andanzas de este inquietante y perverso personaje de ficción. Hasta el punto de perderle el respeto y decantarse o bien por el gore más instintivo y visceral o bien por la parodia desmitificadora, cuyos títulos más representativos son Zombies Party (2004), Bienvenidos a Zombieland (2009) y la reciente Memorias de un zombi adolescente (2013). Desgraciadamente, este malogrado subgénero ha sido víctima de sobredosis de tópicos y convencionalismos, sufriendo una crisis creativa que obliga a repetir fórmulas ya agotadas.
Restablecer su dignidad perdida y recuperar su lectura como metáfora de los temores que agitan nuestra sociedad han sido los objetivos de Manuel Carballo, cineasta barcelonés especializado en provocar el pánico al espectador con sus thrillers de terror El último justo (2007) y La posesión de Emma Evans (2010). Presentado en el pasado Festival de Sitges, Retornados no es una típica película de zombis porque, aunque mantiene sus principales ingredientes que lo reconocen como tal, afronta el fenómeno zombi desde una perspectiva insólitamente realista en su descripción como enfermedad crónica —son personas afectadas por un virus— cuya última fase, si no se medica convenientemente, es la transformación en muerto viviente. A nadie escapa, pues, la instrumentalización del monstruo como pretexto para retratar el miedo a cualquier afección contagiosa que pudiera generar alarma social y el pánico que se adueña de una sociedad paranoica capaz de justificar y amparar actitudes cada vez más violentas por parte de los sectores más radicales, demostrando que en el fondo la epidemia más peligrosa es el mismo miedo.
De esta forma, reivindicando la sanidad pública al denunciar las perniciosas consecuencias de recortar en materia de salud pública, Retornados se configura no tanto como un relato de terror sanguinolento, alejándose de los manidos sustos que hacen avanzar la acción y reprimiendo la aparición de los zombis pues la mayoría está controlado por una vacuna, sino como una parábola de intriga sanitaria que muestra esa tendencia humana a actuar de manera egoísta e irracional en momentos de crisis, situaciones en las que fácilmente podría intercambiarse el “retornado” por otras denominaciones que hacen referencia a colectivos que históricamente han sufrido rechazo, persecución e incluso el exterminio: judíos, homosexuales, enfermos de SIDA, gitanos, inmigrantes, etc.
Sin embargo, ese interesante punto de partida, muy alejado de la acción de las películas de género zombi al estilo World War Z (2013), se va diluyendo a medida que Carballo descuida el escenario cargado de crítica social apostando por una trama más convencional fundamentada en la trágica situación de la pareja protagonista ante el aprieto de quedarse sin medicina con la que tratar la enfermedad del novio. Un melodrama romántico empobrecido por una inesperada traición, una excesiva agonía sentimental y un desenlace tremendista y anticlimático, todo ello condimentado con una destacable labor técnica que proporciona, eso sí, una convincente factura final. La sensación al terminar es que la historia podría haber dado más de sí.
Sin duda, lo mejor es su mensaje aleccionador vinculado a la realidad de la crisis económica. Quizá nos dirigimos al desastre por la agresiva política austericida en políticas relacionadas con la Sanidad. ¿Acaso nadie recuerda el revuelo causado por la gripe aviar/porcina o por la encefalopatía espongiforme bovina, también llamada «enfermedad de las vacas locas»?
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